sábado, 24 de abril de 2010

Recibiendo y Compartiendo el Santo Nombre - Por Urmila Devi Dasi (ACBSP)

Este es el sexto de una serie de artículos sobre las ofensas que deben evitarse cuando se desea progresar espiritualmente a través del canto de los nombres de Dios. Este artículo discute la ofensa de instruir a un infiel acerca de las glorias del canto de los santos nombres del Señor.

Recibiendo y Compartiendo el Santo Nombre

Las glorias del nombre Señor es un tema confidencial que debe transmitirse con gran cuidado

Por Urmila Devi Dasi (ACBSP)

Enviado por Gustavo Medina


Entre los varios regalos que obtuve en mi cumpleaños a los seis años, había diversos pares de medias ro­jas. Como la mayoría de los niños, yo prefería juguetes en lugar de ropa —especialmente, ropa repetida. Entonces, me fui desilusionada a mi cuarto. Como cualquier otra madre haría, mi madre me dijo que de­bía volver a la sala, sonreír y decir “gracias”, gustándome o no los regalos.

Frecuentemente demostramos cuánto vale algo para nosotros por la manera en que cuidamos de dicha cosa. Si tengo respeto por el regalo o por quien me dio el regalo, pongo al objeto en una posición de pres­tigio o se lo doy a alguien que me agrada mucho. Dar lo que obtuve a una persona indigna o arrojar de cualquier forma el regalo dentro del guardarropa, demuestra mi falta de aprecio por el regalo y puede traer mucha insatisfacción a quien me lo dio.

Hay un ejemplo de esto en las escrituras. Cuando el sabio Durvasa estaba caminando por la calle, él vio a Indra, el administrador en jefe de los planetas celestiales, pasando montado en su elefante. Durvasa, con mucha satisfacción, ofreció a Indra una guirnalda de su propio cuello. Pero el orgulloso Indra tomó la guirnalda y, sin ningún respeto por Durvasa Muni, colocó el ornamento en el colmillo de su elefante. Siendo un animal, el elefante no podía entender el valor de la guirnalda y la arrojó en el suelo pasando por encima de ella mientras continuaba caminando. Presenciando tal comportamiento ofensivo, Durvasa Muni maldijo a Indra a volverse muy pobre. (Srimad-Bhagavatam 8.5.15-16)

El hecho que Indra deseara compartir un regalo es loable. Dar en caridad nuestras posesiones, sean con­quistadas o recibidas, es purificador incluso para los santos. El problema del acto de Indra es que él se lo dio en caridad a un animal. Krishna enseña en el Bhagavad-gita que la caridad debe darse a una persona digna, en el lugar y momento apropiados, y sin expectativa de recompensa. Si la caridad es dada a alguien que hará mal uso de ella, o es dada de forma irrespetuosa, aquel que hace la caridad, envés de avanzar material o espiritualmente, queda envuelto con la ilusión de la ignorancia.

El mayor tesoro de todos es el santo nombre del Señor, Krishna. Es más precioso que la joya cintamani, que puede transformar hierro en oro. El hecho de haber recibido el santo nombre demuestra el amor por parte de aquellos que nos lo dieron y también nuestra determinación por conocer y amar al Señor Su­premo. Conocer la gloria, el poder y el amor del maha-mantra Hare Krishna, Hare Krishna, Krishna Krishna, Hare Hare, Hare Rama, Hare Rama, Rama Rama, Hare Hare, es conocer la más íntima y esencial verdad. Teniendo el precioso santo nombre, ciertamente debemos darlo en caridad.

De cualquier forma, dicho tesoro —el nombre de Krishna, que es idéntico a Él— manifiesta Su paz y pla­cer en plenitud sólo para aquel que Lo honra. Una de las principales maneras de honrar el nombre es siendo prudente al revelar detalles de las glorias del nombre. Si hablamos de la dulzura y grandeza del nombre a alguien que se volverá ofensor, también tomamos parte en sus ofensas, y nuestro avance espi­ritual es comprometido. Jesús dijo: “No deis lo santo a los perros ni echéis vuestras perlas delante de los puercos, no sea que las pisoteen y se vuelvan, y os despedacen”. (Mateo 7.6) De forma similar, Krishna dice a Arjuna: “Este conocimiento confidencial [rendirse amorosamente a Krishna] nunca se les debe ex­plicar a aquellos que no son austeros, o devotos, o que no están dedicados al servicio devocional, ni a al­guien que está envidioso de Mí”. (Bhagavad-gita 18.67)

Dando el santo nombre

¿La solución sería mantener el conocimiento espiritual sólo con nosotros? No. Si por miedo a dar el santo nombre a personas envidiosas dejamos de compartir nuestra riqueza espiritual, nos volvemos igualmente envidiosos. Srila Prabhupada dijo a una de sus discípulas, una cocinera excepcional, que para evitar ser blanco de la envidia ella debía enseñar sus habilidades a otros. Una persona envidiosa o quiere sacarle a una persona lo que ella tiene o quiere impedir previamente que ella tenga acceso a una de sus propias opulencias. Al contrario, debemos desear que los otros se vuelvan tan espiritualmente ricos y afortunados como nosotros, o incluso más que nosotros. Además, al dar en caridad la conciencia de Krishna a una persona digna complacemos a Krishna y, consecuentemente, aumentamos nuestro placer en el proceso de cantar.

Compartir el santo nombre y la fascinante belleza de las actividades, cualidades y formas de Krishna con una persona piadosa y sincera trae gran placer y satisfacción. El intercambio de conocimiento y júbilo tanto entre aquellos que comparten el entendimiento del servicio devocional como entre Krishna y tales personas, es tan puro y emocionante que es prácticamente indescriptible. Krishna dice: “Aquel que les explica a los devotos este secreto supremo, tiene garantizado el servicio devocional puro, y al final vendrá de vuelta a Mí. En este mundo no hay ningún sirviente que sea más querido por Mí que él, ni nunca lo habrá”. (Bhagavad-gita 18.68-69)

¿Cómo discernir dónde y con quién compartir el nombre? El Señor personalmente, en Su nacimiento como Caitanya Mahaprabhu, cantaba en la vía pública con Sus devotos dejando la responsabilidad de sa­car o no provecho de aquel canto a los oyentes. Él, sin embargo, era cuidadoso en cuanto a discutir deta­lles íntimos de la vida espiritual con aquellos que tenían tendencia a criticar. Antes de compartir algo más que el sonido del santo nombre con alguien, debemos tratar de encontrar al menos una chispa de fe, pues la fe es el único prerrequisito válido para comenzar a cantar el nombre de Krishna.

Por muchos años, un grupo de devotos de Krishna viajó por los Estados Unidos con dos sannyasis, Vish­nujana Swami y Tamal Krishna Goswami. Vishnujana Swami cantaba dulcemente el maha-mantra Hare Krishna mientras los devotos distribuían platos de prasadam gratuitamente. Tamal Krishna Goswami le dijo a su amigo Ravindra Svarupa Dasa que debía abordar a las personas que estaban comiendo y oyendo, y preguntar: “¿Le gusta la comida y la música?” Si expresaban algún entusiasmo, él debía presentarles los libros de Srila Prabhupada o discutir la filosofía con ellos. Si tenían poca o ninguna atracción por el canto y la comida, no debía invertir mucho tiempo en ellos.

En otras palabras, la fe de las personas puede ser vista por la avidez con que buscan a Krishna. Jesús habla nuevamente de las glorias del Señor en la metáfora de una perla: “También el reino de los cielos es semejante al hombre tratante que busca buenas perlas, que hallando una preciosa perla fue y vendió todo lo que tenía, y la compró” (Mateo 13.45) Rupa Goswami, de forma similar, explica: “El servicio devo­cional puro con conciencia de Krishna no puede alcanzarse ni siquiera con cientos de miles de vidas de actividades piadosas. Sólo puede alcanzarse si se paga el precio, que es el intenso deseo de obtenerlo. Si está a la venta en algún lugar, debe comprarse sin esperar más”. (Padyavali 14)

Cuidadosa discriminación

Pero la discriminación de las personas con las cuales se pretende compartir la verdad es algo más com­plejo que las dos opciones “con fe” y “sin fe”. La verdad es que hay pocas personas con las cuales se puede compartir todo o con las cuales no se puede compartir nada. El secreto para evitar la ofensa de ins­truir a un infiel y al mismo tiempo beneficiarnos y a los otros, es desarrollar un sofisticado discernimiento en cuanto a la conveniencia de cada caso. Krishna da cuatro directrices para la comunicación espiritual: el mensaje debe ser verdadero, placentero, fundado en las escrituras y benéfico para ambas partes. Para que un mensaje sea benéfico, se necesita determinar su conveniencia. Muchas verdades de la vida espiritual, por ejemplo, parecen amargas para las personas con apegos materiales. La realización trascendental no implica sólo la fascinante y maravillosa revelación de los nombres, formas y actividades de Krishna, sino que también incluye el conocimiento de que, separados de Krishna, estamos voluntariamente viviendo la ilusión del egoísmo y de la terrible codicia. Para progresar en la comprensión de nuestra naturaleza eterna debemos encarar la desagradable realidad de que tratar de disfrutar de un cuerpo material miserable y temporal es, como mínimo, algo un tanto constringente para nosotros como almas.

Acuerdo maestro-alumno

Aunque la comprensión de la incómoda posición de un alma en el mundo material sea, sin dudas, bené­fica para todos, debe haber una especie de acuerdo antes de suministrar este conocimiento. De otra forma, si el oyente se disgusta no hay ningún beneficio, además de que puede haber un perjuicio para él y tam­bién para el transmisor del mensaje. Así, Prabhupada dice: “Uno no debe hablar de modo tal que agite la mente de los demás. Claro que, cuando un maestro habla, puede decir la verdad para instruir a sus alum­nos, pero no debe hablarles a aquellos que no sean alumnos de él, si al hacerlo les va a agitar la mente”. En otras palabras, sin importar cuán verdadera sea nuestra instrucción, la persona que habrá de oírnos debe, formal o informalmente, habernos aceptado como maestros para que la instrucción tenga verdadero beneficio. Naturalmente, hablar de forma agradable también es importante. Nuestra presenta­ción debe ser civilizada y educada.

El principio de que nuestros oyentes deben ser, de alguna forma, nuestros alumnos antes que podamos decirles verdades desagradables o tópicos avanzados, sigue siendo válido cuando compartimos la concien­cia de Krishna con personas con fe en el proceso. Los lectores de este artículo, por ejemplo, aceptaron oír algo de mí. Cuando alguien da una clase, los oyentes aceptan —al menos temporalmente— la posición de alumnos. Lo mismo ocurre cuando alguien pide consejo: la persona se aproxima a nosotros aceptándonos como alguna forma de autoridad, dándonos el derecho de decir algo para su beneficio, aun­que pueda ser algo desagradable al principio. Sin dicho contrato, formal o hipotético, no tenemos permiso de comunicar cualquier cosa en nombre de la verdad. Hacerlo, en lo que concierne a tópicos espirituales, es ofender al nombre, y si se hace con un devoto de Krishna, puede también ser una ofensa contra el de­voto del Señor.

Instrucción a los gurus

En su libro Harinama Cintamani, Bhaktivinoda Thakura explica la ofensa de enseñar el santo nombre a personas infieles dirigiéndose especialmente a los gurus. Ya sea iniciando discípulos en el canto o mante­niendo alguna relación formal como maestro espiritual instructor, algunas veces, existe la tentación de aceptar discípulos con el fin de obtener prestigio y riquezas personales. Dicho problema ocurre en las es­cuelas comunes. Algunas universidades aceptan estudiantes no sólo por sus cualidades académicas, sino porque ellos provienen de familias que aportarán dinero y renombre a la institución. No es ningún secreto que incluso en las universidades más selectivas dan preferencia a tales “estudiantes de sangre azul”. Ellos de­claran abiertamente que favorecen a dichos estudiantes acaudalados como ayuda en la reducción de cos­tos de los estudios de otros estudiantes.

Tal vez dicha política tenga sentido en términos funcionales y financieros para un curso de ingeniería o derecho, pero va en contra del deseo de Krishna y de todo el humor de servicio devocional a Él. Un guru puede tener muchos problemas si considera la calificación de un discípulo por algo más allá de su fe.

Claro, muchas veces nosotros, seres imperfectos, tal vez seamos engañados por alguien que demuestra falso interés por el servicio a Krishna. Un misericordioso devoto de Krishna desea dar oportunidad a to­dos, abanicando una pequeña chispa de curiosidad para que se vuelva una hoguera de amor devocional. Si accidentalmente aceptamos un estudiante o discípulo que posteriormente se vuelve un blasfemo, debemos públicamente renunciar a dicha persona para que ninguno de los dos pierda el refugio del Señor.

Si queremos que nuestro canto de Hare Krishna, Hare Krishna, Krishna Krishna, Hare Hare, Hare Rama, Hare Rama, Rama Rama, Hare Hare manifieste todo su potencial, debemos tratar al santo nombre y a toda la práctica y conocimiento espirituales con amor y cuidado. Honramos a la Verdad Absoluta al dar poca oportunidad para que los ofensores encuentren fallas, enseñando apenas lo que beneficiará a las per­sonas fieles que aceptaron oír el conocimiento de nosotros, y siempre encontrando gran satisfacción y bienaventuranza en compartir el santo nombre con aquellos que anhelan conocer sus misterios.

Traducción Bhagavan Dasa (DvS)


Aquí puede encontrar los artículos anteriores a este:

Artículo primero: Respeto por los devotos del Señor

Artículo segundo: Deseo y concentración

Artículo tercero: ¿Krishna es Nuestro Señor o Nuestro Siervo?

Artículo cuarto: El verdadero significado y glorias del Santo Nombre

Artículo quinto: Respeto por aquellos que distribuyen el Santo Nombre

matura
Starting Member

Spain
Envíos 14

Enviado - 13/06/2008 : 16:21:09

HARE KRSNA Los articulos que he leido me han asustado un poco ,pues muchas veces he dado el mahamantra a personas que tal vez no lo han utilizado bien. Tambien me pregunto, cuando cantamos en harinam todos pueden escuchar el santo nombre ,¿y si alguien comete ofensas, La misericordia del Señor Ceitania llega a todos? estoy un poco confundida
¿que pasa si cantando el mahamantra se continuan rompiendo los principios? etc. agradeceria si alguien me ayura con estas dudas Hari Bol ss Montse

montse Ir al inicio de  la página

caitanya
Moderador español

Costa Rica
Envíos 4793


Enviado - 20/06/2008 : 14:33:15 Mostrar  perfil Visitar la  web de caitanya Click para ver  la dirección MSN de caitanya Responder  con Cita

Hare Krishna
Un saludo respetuoso. Todas las glorias a Srila Prabhupada.

Con respecto a su pregunta, no debe preocuparse por dar el Santo Nombre a los demás. Para eso el Señor Caitanya Mahaprabhu instauró el movimiento de harinama-sankirtana, para repartir indiscriminadamente el Santo Nombre del Señor, y así todos se vean beneficiados.

Cuando los devotos salen en harinama-sankirtana, benefician a todo el que escucha, incluso a los animales, las plantas, etc.

Pero si en nuestra prédica, cuando hablamos con las personas para recomendarles el canto del Santo Nombre, encontramos personas desfavorables, negativas, que por el contrario podrían ponerse agresivas, ofensivas a Dios o a los vaisnavas, entonces debemos evitar seguir entregando el mensaje en esa forma.

Los devotos son muy misericordiosos, ya que incluso a riesgo de cualquier cosa, aun así van a repartir el Santo Nombre.

En cuanto a romper los principios y seguir cantando, pues no debemos pensar en cometer actividades pecaminosas con la idea de luego contrarestarlas con el canto del Santo Nombre. Así no funciona.

Pero aun si alguien que canta el maha-mantra rompe los principios, aun así debe seguir cantando. Uno debería cantar los Santos Nombres sea cual sea la situación en que se encuentre, y si se están rompiendo los principios, entonces cantar en la mejor forma que se pueda y rogar al Señor porque se puedan superar esos malos hábitos que nos llevan a romper principios.

En resumen, debemos repartir el Santo Nombre en forma indiscriminada, así como el sol reparte sus rayos sin discriminar, pero si encontramos a alguien ofensivo, debemos evitarlo. Y debemos cantar los Santos Nombres sea cual sea la situación en que nos encontremos, pues es la cadenita que nos mantendrá atados al barco que capitanea el Sr. Caitanya y el maestro espiritual, barco que nos sacará de este océano de sufrimiento.

Su servidor, Caitanyadeva das




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jueves 11 de marzo de 2010

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