¡TODAS LAS GLORIAS PARA SRÎ GURU Y SRÎ GAURANGA!
LAS FUNCIONES DEL ALMA
(JAIVA DHARMA)
CAPÍTULO I
ISKCON desire tree - Bhaktivinod Thakur Disappearance
This Festival poster is prepared by ISKCON desire tree for the pleasure of Srila Prabhupada and the devotee community.
ISKCON desire tree - Bhaktivinod Thakur Disappearance
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Las Funciones Causales y Eternas de una Jiva (Alma)
Asia es preeminentemente el continente más grande del mundo, e India se yergue como la principal nación en éste, y entre lo más fino que existe en ella, está la tierra de Gauda; y la más hermosa porción de tierra en Gauda es sin lugar a dudas la región de nueve islas llamada Nâvadwip, dentro de la cual se ubica eternamente el adorable villorrio de Srî Godrum situado en la rivera oriental del Ganges. Desde tiempos ancestrales, una gran cantidad de adeptos al servicio de adoración vivían diseminados entre las arboledas de Srî Godrum. No muy alejado de la enramada donde la vaca divina Srî Surabhi adorara al Señor Supremo Srî Gaurasundar en tiempos lejanos, existe un lugar sagrado de devoción llamado el Huerto de Pradyumna, nombrado así en honor a Pradyumna Brahmachari, un sirviente personal de Srî Gaurasundar. Ahí, en una sencilla vivienda densamente cubierta con enredaderas, solía pasar sus días en incesante servicio confidencial al Señor Supremo uno de sus discípulos Paramahansa Srî Prema das Bâbaji Maharaj.
Srî Prema das Bâbaji era muy versado en todas las escrituras sagradas; y el poseer una mente determinada, lo llevó a buscar refugio en la arboleda de Srî Godrum, la cual es considerada idéntica con Srî Nandagrama en el distrito de Mathura. Las diarias rutinas de su vida constituían en cantar durante el día más de doscientas mil veces el Santo Nombre y ofrecer innumerables reverencias al postrarse ante todos los Vaishnavas, junto con la estricta costumbre de pedir limosna para cubrir las mínimas necesidades corporales.
Sus momentos libres los utilizaba en leer el Premavivarta, la lírica divina escrita por el Pandita Srî Jagadananda, uno de los asociados más favoritos de Srî Gaurasundara, y nunca en pláticas ociosas. Cuando lo hacía, lágrimas de amor rodaban por sus mejillas, y sus vecinos también devotos, se acercaban para escucharle con la misma actitud devocional; ¿y por qué no?, el libro estaba tan sobrecargado de temas acerca del Rasa (meliflua liquidez), y para enaltecerlo todo, su forma de leer era tan dulce y atractiva que disipaba los fieros venenos de la abyecta mundanalidad en las mentes piadosas de los que escuchaban.
Una tarde, después de haber finalizado su cantar con la japa (rosario) el número de vueltas que se había fijado y mientras leía el Premavivarta en su fresca enramada cubierta de enredaderas mâdhavi; Paramahansa Bâbaji se hallaba profundamente absorto en el océano de éxtasis, e intempestivamente un sanyasi (renunciante) de la cuarta etapa de la vida (sistema de castas sociales y espirituales) se le aproximó y cayó postrado ante sus pies. Esto hizo que en seguida recobrara su conciencia terrenal, y al encontrar al sanyasi en tal condición, él también se postró reverentemente ante semejante sadhu (santo); y con absoluta humildad de espíritu en su corazón comenzó a sollozar, diciendo, ‘¡Oh mi Nityananda!, ten misericordia de este vil miserable’, para luego hablarle al asceta suavemente y reclamarle, ‘¿qué es lo que le mueve señor a avergonzarme de esta manera siendo yo tan ordinario y miserable?’ Sin responder, el asceta tomó el polvo de los pies del Bâbaji y se sentó en una esterilla confeccionada con cortezas de árbol de plátano.
Paramahansa Bâbaji hizo otro tanto y le preguntó nuevamente, ‘¡oh señor!, ¿qué servicio puedo ofrecerle a usted?’ Después de dejar a un lado su cayado y su cuenco, el asceta respondió, ‘mi señor, soy el sujeto más desafortunado en todo el mundo, pues después de haber pasado una gran porción de mi vida en vastos estudios filosóficos de sistemas como el Sânkhya, el de Patanjali, la lógica Vaishesika de Kanada, el Purvamimansa de Jaimini y el Uttaramimansa, junto con el Vedanta de Srîla Vyâsadeva y los Upanishads, en diferentes santuarios como los de Benares, aunados éstos a múltiples debates de logomaquia con los Panditas, renuncié al mundo y tomé desde hace doce años, los hábitos monásticos de sanyasi junto con el cayado como insignia, de su santidad Srîla Satchitananda Sarasuati de Benares; durante los cuales viajé por toda la India, visité cada uno de los principales santuarios que existen y me asocié con todos los sanyasis de la orden de Shânkar que encontré. Pasé por los tres estados prescritos de mi orden, es decir, el Kutichaka, el Bahudaka y el Hansa; cuando pensé que había alcanzado el cuarto y último estado de espiritualidad, el de Paramahansa, me refugié en las palabras de Srî Shânkar con piadosa recapitulación en la ciudad de Benares, exclamando, ‘yo soy Brahman’, ‘La Inteligencia Pura es Brahman’, ‘tú eres Eso’, etc.
Una día, observé que muy cerca de mí pasó un santo Vaishnava cantando las Actividades y el Santo Nombre de Srî Hari (Dios) completamente bañado con lágrimas de éxtasis; su cuerpo entero vibraba de alegría, su voz se hallaba entrecortada de emoción mientras exclamaba el Santo Nombre de Srî Krishna Chaitanya y de Prabhu Nityananda, y sus pies se bamboleaban danzando en éxtasis. El personaje sagrado junto con el canto me sumergieron en un estado de inefable deleite más allá de toda descripción, pero lo lamentable del suceso fue que no le dirigí la palabra debido a la falsa dignidad que mi supuesto estado de renunciante me lo impedía; ¡ay de mí!, ¡qué vergüenza!, ¡qué bochorno sobre mi rango!, desde ese día, no sé por qué mi corazón es forzado inevitablemente hacia los Pies de Loto de Srî Krishna Chaitanya; con gran avidez el santo Vaishnava fue después buscado por mí, pero desafortunadamente no lo encontré en ninguna parte; sin embargo, me pude dar cuenta en forma muy clara que el deleite inmaculado producto de lo que escuché y presencié en tal ocasión no lo había experimentado antes. Jamás tuve noticia de que tal inexpresable bienaventuranza pudiera existir en esta forma humana. A raíz de todo esto me di cuenta de lo imperativo que era refugiarme en los sagrados pies de un Vaishnava y dejé Benares para dirigirme a Srîdhama Vrindavan, donde encontré a muchos devotos sinceros que se lamentaban clamando en voz alta los sagrados nombres de Srî Rupa, Srî Sânatana y Srî Jiva Goswami, mientras meditaban en los Pasatiempos Divinos de Srî Srî Radha y Krishna, y se revolcaban en el polvo sagrado de dicho lugar a causa del amor experimentado por Nâvadwip; debido a esto un anhelo natural comenzó a inundar mi mente. Sorteando desde Srîdham Mathura Vrindavan aproximadamente 84 croshas (270 Km), llegué hasta Srîdham Mâyapur hace algunos días, donde tuve la fortuna de escuchar las glorias divinas acerca de sus pies sagrados; en los cuales he tomado refugio el día de hoy. Se lo imploro, bendígame con su misericordia sin causa como si fuera el más humilde e inmerecedor de sus sirvientes’.
Considerándose más ordinario que una hojarasca de pasto y con lágrimas en los ojos, Paramahansa Bâbaji le respondió, ‘¡oh sanyasi thakur!, soy el más vil de las criaturas, mi existencia ha sido vanamente utilizada en comer, dormir y hablar de temas intrascendentes, y por eso he considerado prudente el empeñar el resto de ella refugiándome en los lugares festivos de Srî Krishna Chaitanya; pero para mi mala fortuna no he podido realizar lo que verdaderamente es el Krishna Prema (Amor por Dios). Le agradezco en gran manera que aun por breves instantes haya podido saborear este sentimiento al contemplar un Vaishnava; usted verdaderamente merece la Gracia de Srî Krishna Chaitanya y le estaré eternamente agradecido si bondadosamente recuerda a este pobre miserable cuando realice plenamente la dulzura del Krishna Prema’. Al terminar estas palabras abrazó cálidamente al sanyasi thakur y lo bañó con lágrimas de amor y afecto; el corazón del sanyasi thakur se conmovió con una alegría sin precedente al sentir el contacto del gran Vaishnava, y comenzó a cantar y bailar mientras decía:
‘¡Todas las glorias al Señor Srî Krishna Chaitanya y a Prabhu Nityananda! y ¡gloria, gloria a mi divino maestro Premadas, la deliciosa encarnación del servicio adorable al Señor!’
El canto y la danza continuaron por un tiempo, tras lo cual ambos descansaron y sostuvieron una larga conversación. Premadas habló con toda humildad, ‘¡oh gran alma!, me gustaría que permanecieras por algunos días para santificarme con tu presencia. El sanyasi thakur respondió, ‘me consagro enteramente a sus pies de loto; y ni hablar de unos cuantos días, si me lo permite le serviré hasta exhalar mi último aliento’.
El sanyasi thakur era muy versado en todas las escrituras sagradas y conocía bien los efectos benéficos del entrenamiento espiritual bajo la supervisión de un maestro avanzado en este sendero; así que no dudó en permanecer junto al Vaishnava todo lo necesario. Algún tiempo después, Paramahansa Bâbaji le comentó, ‘¡oh gran alma!, he sido iniciado por Su Divina Gracia Paramahansa Srî Pradyumna Brahmachari, quien se encuentra absorto en la adoración de Srî Nrisimhadeva en una aldea llamada Srî Devapalli, localizada en el extremo sureste del círculo de Nâvadwip. Vamos hoy después de finalizar la colecta de limosna a contemplar sus pies de loto’. La respuesta del sanyasi thakur fue de completa sumisión, ‘lo que a usted más le complazca’.
Como a las dos de la tarde y después de haber cruzado el río Alakananda y el Satyalila, arribaron a la aldea de Devapalli, donde vieron al asociado íntimo del Señor en el interior del templo de Srî Nrisimhadeva. Desde una distancia muy razonable Paramahansa Bâbaji ofreció sus reverencias respetuosas a su divino maestro; quien lleno de la miel de la bondad divina salió a recibir a su discípulo con gran afecto para darle un abrazo y preguntarle acerca del estado y curso de su adoración. Después de un extenso y agradable discurso el sanyasi thakur fue presentado al maestro divino.
Srî Pradyumna Brahmachari lo felicitó por haber seleccionado a tan distinguido y genuino maestro, y lo alentó a que estudiara el Premavivarta bajo la sabia guía del Bâbaji, al citarle las escrituras (Ch. Ch. II. 8. 127.): «aquél que está bien versado en el conocimiento trascendental de Srî Krishna, es un Guru sin importar que éste sea un brâhmana, un sanyasi o un sudra (sacerdote, renunciante u obrero)».
El sanyasi thakur también ofreció sus más humildes cumplidos a los pies de loto del maestro de su maestro con estas palabras, ‘¡oh señor!, usted es el asociado del Señor Supremo Srî Chaitanya; una mirada bondadosa de su parte puede santificar a cientos de sanyasis arrogantes como este servidor. Tenga misericordia de mí’. El sanyasi thakur no estaba familiarizado con las formas recíprocas protocolarias de uso en los círculos devocionales; pero pudo percibir las buenas reglas de vida que existen entre un Guru y un Paramaguru, para más tarde actuar en forma adecuada. Después de presenciar el Aratrika (ceremonia de adoración) al anochecer en honor de la deidad del Señor Nrisimhadeva, maestro y discípulo regresaron a Godrum.
Las cosas se sucedieron de igual manera por algún tiempo hasta que el sanyasi thakur sintió deseos de saber acerca de la Verdad; se veía como un Vaishnava en todos sus aspectos internos con excepción de su vestido, ya que había adquirido un perfecto estado de armonía espiritual al controlar tanto sus sentidos internos como externos (Brahma bhuta). Pero por encima de todo se encontraba plenamente imbuido de la fuerte convicción acerca de los Pasatiempos Espirituales del Señor Supremo, aunada ésta a una correspondiente humildad de corazón que automáticamente agraciaba su digno carácter.
Una temprana mañana, cuando los ígneos rayos del sol coloreaban el horizonte occidental con sus tintes morados, Paramahansa Bâbaji se sentó en el huerto de mâdhavis con su rosario, mantenía atentamente la cuenta de sus rondas mientras sus ojos profusamente anegados con lágrimas de amor al recordar los Pasatiempos Trascendentales de la Pareja Divina Srî Srî Radha y Krishna, vislumbraban un episodio en donde Ellos pretendían separarse; lo cual produjo en el Bâbaji que perdiera la conciencia corporal y se absorbiera profundamente en servicio íntimo con su cuerpo espiritual. El sanyasi thakur se encontraba próximo al Bâbaji y se impresionó sobremanera con estos sentimientos Sâttvikos (trascendentales) de su maestro, quien de imprevisto le dijo, ‘¡amigo!, ahuyenta a ese mono o sus gritos perturbarán el confortante sueño de la Juvenil Pareja Divina, con gran desagrado de parte de mi amiga Lalita, de la cual me encuentro temeroso pues debido a mi negligencia me abrumará por esto; ¡mira!, también mi amiga Anangamanjari nos está haciendo señas por lo mismo -tú eres una Raman manjari- y éste es el servicio que debes realizar; pon atención’. Al terminar de decir esto, el Bâbaji perdió la conciencia, y desde ese momento el sanyasi thakur puso toda su atención en el servicio que realizaba con su cuerpo espiritual. El día se manifestó ampliamente y la luz del amanecer difundió su brillante lustre en el occidente; toda la atmósfera aparecía sobrecargada con los melodiosos cantos de los pájaros, mientras una suave brisa ventilaba los alrededores; la pintoresca belleza de la huerta de mâdhavis en el Pradyumna Kunja (bosque) se hacía indescriptible al posarse el primer rayo de luz carmesí del sol que apareció en el umbral de la casa.
Paramahansa Bâbaji, sentado en una esterilla de cortezas de plátano comenzó a cantar el Santo Nombre después de recobrar la conciencia, mientras el sanyasi thakur le ofrecía respetuosas reverencias a sus pies sagrados. Luego ocupó un lugar cerca del Bâbaji y unió sus manos con respeto mientras le decía, ‘¡oh señor!, ¿puede su humilde siervo aventurarse a exponerle una cuestión y esperar ser apaciguado con la refrescante respuesta emanada de su agraciado ser? Espero que misericordiosamente se complazca en verter el nectáreo líquido melifluo de Vraja dentro de este agonizante corazón abrasado por el fuego de los principios impersonales del Brahman’. El Bâbaji Maharaj le respondió, ‘tú mereces ser bendecido, y respuestas adecuadas obtendrás por tus preguntas’. El sanyasi thakur dijo, ‘¡oh señor!, al escuchar acerca de la celebridad de la religión por encima de cualquier cosa, he inquirido entre diferentes adeptos al amor religioso acerca de los verdaderos principios de ella, pero desafortunadamente las respuestas que obtuve de cada uno de éstos diferían entre sí; le importaría decirme, ¿qué es la religión o cuál es la verdadera naturaleza de la jiva?, ¿por qué los maestros de las diferentes religiones están en desacuerdo unos con otros respecto a sus puntos de vista? Y si la religión es sólo una, ¿por qué los maestros eruditos no se preocupan por buscarla?’.
Sin dejar de contemplar los pies de loto del Señor Supremo Srî Krishna Chaitanya, Paramahansa Bâbaji respondió, ‘¡oh afortunado!, escucha el fundamento de la Verdadera Religión, yo te lo explicaré haciendo uso de lo mejor de mi conocimiento.
La naturaleza eterna de una cosa, es su eterna religión. La naturaleza de algo se desprende desde su mismo constituyente o de lo que la hace ser lo que es. Cuando Srî Krishna desea formar una cosa, una naturaleza concomitante va de la mano con la formación de ésta, y tal naturaleza es su eterna característica’.
Cuando tal cosa es contaminada debido a algunos eventos inesperados o se pervierte por tener contacto con otras cosas, entonces su naturaleza también se pervierte o cambia. Este cambio o hábito pervertido se incrementa con el paso del tiempo al acompañar a la cosa con su apariencia y unirse a la naturaleza original y eterna de ella. Pero la apariencia no es su verdadera realidad o identidad. Este cambio o perversión no es innato o congénito en la cosa sino accidental o casual, y puede ser pasajero o le puede dar su sello a la cosa. Por ejemplo, el agua que es una cosa y cuya propiedad natural es su liquidez. Cuando le acontece un cambio que la transforma en hielo, la solidez o rigidez se vuelven su propiedad accidental o causal; y ésta coexiste con su verdadera naturaleza. Pero es un hecho que lo causal o accidental tienen como origen algo temporal y no eterno, que se desvanece con la desaparición de su causa. Sin embargo, la naturaleza que surge en el momento de la conformación de la cosa es eterna y permanece latente aun cuando se encuentre pervertida o cambie; porque con el transcurrir del tiempo y debido a circunstancias favorables, la naturaleza de la cosa puede asumir su carácter original sin lugar a dudas.
La naturaleza eterna de una cosa es su función eterna; y su accidente es su proceso causativo. Quien está bien versado acerca del conocimiento de alguna cosa, entiende adecuadamente la distinción entre la naturaleza real y la naturaleza causal de la cosa; y quienes están desprovistos de tal conocimiento, consideran lo accidental como real. Así mismo se confunden los ignorantes con respecto a la religión temporal, al considerarla eterna’.
El sanyasi dijo, ‘¿qué se debe comprender por las palabras Vastu (cosa) y su naturaleza?’
Paramahansa Bâbaji continuó, ‘...el significado que se deriva de la palabra Vastu se refiere a aquello que existe y por ende se le puede dar un significado que es de dos clases, es decir, real o irreal. La cosa que es real, es trascendental. Y las cosas irreales, junto con sus atributos, son mundanas. Las cosas reales tienen existencias eternas, y las cosas irreales tienen nombres, formas y apariencias de existencia; la cual es de alguna manera real, pero también aparente. El Srîmad Bhâgavatam (Bh. I. I. 2.) menciona: «...cualquier cosa concebible aquí es real y ha surgido del Ser total», lo cual significa que la cosa real es trascendental. El Señor Supremo es la Única Cosa Real; Su parte separada es conocida como jiva o alma individual y Su potencia externa es conocida como Maya (energía material). Por lo tanto Vastu, esto es, la cosa real, denota tres objetos denominados como el Señor Supremo, la jiva y Maya. Conocer sus mutuas relaciones es conocimiento puro. De estas tres cosas se desprenden innumerables apariencias, las cuales son de naturaleza insustancial. El sistema Vaisheshika está fundamentado en el estudio de la materia y sus cualidades, y por lo tanto se basa en meras especulaciones acerca de cosas irreales. La cualidad especial que caracteriza la cosa real es su naturaleza. La jiva es un objeto eterno y su naturaleza es espiritualmente eterna’.
El sanyasi thakur dijo, ‘¡oh señor!, gracias a usted ahora empiezo a comprender con plenitud este tema’.
El Bâbaji continuó, ‘Srîla Krishnadasa Kaviraj Goswami, fiel seguidor de Srî Nityananda Prabhu, me mostró un manuscrito del Srî Chaitanya Charitâmrita, en el cual Srî Chaitanya Deva nos da Su enseñanza respecto al tema de la siguiente manera: «La naturaleza eterna de la jiva es servir siempre a Srî Krishna». La jiva es una porción de la potencia Tatastha (línea fronteriza) de Srî Krishna, la cual existe simultáneamente como entidad distinta y no distinta de Él. Cuando ella olvida a Srî Krishna, se vuelve aversa a Su servicio, y por esto se dice que su aversión no tiene comienzo, ya que ésta se originó antes de su encarnación dentro de los cuatro muros del tiempo y del espacio. Por este acto de aversión a Dios, ella es encontrada culpable por Maya, la energía ilusoria o potencia del Señor Supremo, y por ello, lanzada dentro del vórtice de las relatividades terrenales de felicidad, miseria, etc., como castigo. Srî Krishna es el Absoluto Trascendental, y el Autorrefulgente Sol Espiritual de la Morada Trascendental; las jivas son los innumerables rayos que emanan del Sol Krishna, las cuales son Sus partes atómicas, mas no como pedazos de piedra desprendidos de una montaña, porque Srî Krishna es Trascendentalmente Infinito y no existe la posibilidad de que decrezca ni un poco cuando las infinitesimales jivas emanan de Él; puesto que éstas son comparadas con las innumerables chispas de un fuego abrasador. En los Vedas se encuentran muchas descripciones acerca de ellas pero ninguna se puede comparar apropiadamente para plantearnos un claro concepto acerca de la verdadera naturaleza de la jiva en una manera imparcial dentro de nuestra mente, hasta que la mundanalidad de estas comparaciones sea completamente eliminada. Srî Krishna es el Todo Trascendental y las jivas son las partes atómicas del Todo; ambos son similares respecto a la cualidad de la conciencia o animación, mas diferentes y eternamente distintos en cuanto al aspecto cuantitativo. Uno es el Total y las otras son Sus partes; Uno es Infinito y las otras infinitesimales. Srî Krishna es el Señor Eterno de las jivas, quienes son Sus eternas siervas debido a su naturaleza esencial. Srî Krishna es la Eterna Atracción y las jivas son atraídas por Él. Srî Krishna es el Gobernador Supremo del Universo y las jivas son las gobernadas. Srî Krishna es el Señor que observa y las jivas son observadas. Srî Krishna es la Totalidad Completa y las jivas son pobres e inferiores. Srî Krishna es el Todopoderoso Ser Supremo y las jivas son impotentes en comparación a menos que sean apoderadas por Él. Así, la servidumbre eterna aunada con la obediencia a Srî Krishna, es la naturaleza eterna o religión de la jiva’.
La Omnipotencia de Srî Krishna se encuentra plenamente manifiesta en la revelación del Reino Espiritual. Para manifestar el mundo de las jivas, Srî Krishna despliega Su Tatastha shakti; una potencia especial que lleva a cabo su influencia para dar origen a los mundos imperfectos. Esta potencia es conocida como Tatastha o marginal, y su función es la de crear entidades especiales, entre las cosas animadas e inanimadas, que puedan mantener contacto tanto con el Reino Espiritual como con el material. Sin embargo, una cosa puramente animada y espiritual siempre estará en una relación opuesta a las cosas inanimadas, pues de ninguna manera se pueden conectar en forma indefinida. Una jiva es sin lugar a dudas una parte espiritual atómica movida por algún Poder Divino para ponerse en contacto con el mundo inanimado, y por ello se le conoce como potencia Tatastha. El fonema Tata representa una línea imaginaria de demarcación entre la tierra y el agua; la cual no se encuentra ni en la tierra ni en el agua sino en ambas. Tal potencia divina que se encuentra enmedio, esto es, entre el agua y la tierra, sustenta una entidad que posee ambas propiedades terráqueas (de tierra y de agua). Las jivas sin duda son entidades espirituales, pero en su conformación son tan infinitesimales que son propensas a absorberse en los principios de Maya; su constitución no es absolutamente espiritual como la de las entidades trascendentales del Reino Espiritual, pero tampoco son absolutamente mundanas como cualquier fenómeno, debido a su aptitud o tendencia espiritual. Por esto, el fundamento de las jivas es completamente distinto del principio del Espíritu Supremo y de la materia. Esta es la causa de la eterna diferencia entre el Ser Supremo y la jiva. El Ser Supremo es el Amo de Maya, quien depende en su totalidad de Él, y la jiva está sujeta a ser subyugada por Maya bajo ciertas circunstancias. Podemos concluir que el Señor Supremo Bhagavan, las jivas y Maya, son los tres eternos principios espirituales; entre los cuales, el Señor Supremo es la Siempre Trascendental y Primordial Verdad. Como lo confirma el himno Védico: «Él es el Eterno entre todos los eternos, la Fuente Consciente de todas las entidades conscientes».
Una jiva es debido a su natural esencia la sierva eterna de Srî Krishna y una manifestación de Su potencia Tatastha; la jiva es simultáneamente distinta y no distinta de Srî Bhagavan y por lo tanto Su manifestación diferente y no diferente. La jiva está sujeta a Maya bajo ciertas circunstancias especiales, pero Dios siendo el Gobernador Supremo de Maya y de todas Sus potencias, nunca está sujeto a Maya. Dios y el alma individual son eternamente distintos; una jiva es en esencia una entidad espiritual parecida a Dios pero subordinada como Su potencia, y por ello eternamente no distinta de Él.
Si la eterna distinción y no distinción son simultáneas, entonces la primera es más importante. El servicio a Krishna es la naturaleza eterna de la jiva, y cuando ésta olvida su relación, es abrumada por la influencia de Maya, la potencia ilusoria que descansa en la parte posterior del Señor; desde la cual la jiva puede manifestar su deseo por regresar al servicio del Señor Supremo Srî Krishna, ya que la condición de retorno de la jiva surge junto con su venida a este mundo de Maya, y tratar de trazar su caída dentro de los límites del tiempo y del espacio está fuera de toda consideración. De ahí el significado de la expresión, ‘...eternamente de regreso’; su función eterna en cuanto al servicio a Srî Krishna ha sido pervertida desde su entrada en este plano tridimensional debido a su olvido, y cuando llega a tener contacto con Maya, su naturaleza pervertida prevalece dando lugar a que se manifieste su función causal o accidental. La Religión Eterna es Una y Pura, mientras la religión accidental asume variadas formas bajo diferentes circunstancias y es descrita en formas distintas por diversos hombres con divergentes principios’.
Después de escuchar con alegría estas verdades trascendentales, el sanyasi thakur ofreció sus reverencias respetuosas a los pies de loto de su Divino Maestro y le dijo, ‘¡oh señor!, permítame refexionar acerca de estas verdades por este día, mañana pondré ante sus pies cualquier duda que surja en mi mente, si éste es el caso’.
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