martes, 16 de marzo de 2010

La Búsqueda de Sri Krishna, la más Hermosa Realidad 9º

CAPITULO NUEVE



La concepción Kèëòa


H H Krishna Das Swami -0020

H H Krishna Das Swami -0020 por ISKCON desire tree.

H H Krishna Das Swami -0003

H H Krishna Das Swami -0003 por ISKCON desire tree.


Rendirse no es una transacción teórica. Rendirse no quiere decir tan sólo renunciar a las posesiones, sino además comprender que son falsas. No soy dueño de nada. Ni siquiera soy dueño de mí mismo. Rendirse significa entre­garle todo al Maestro Espiritual y liberarse de la impía asociación de tantas posesiones, para que no nos puedan perturbar sugiriendo a cada instante: “Tú eres mi amo”, engañándonos de ese modo.

Debemos pensar: “Todo pertenece al Señor y a Su delegado, el Maestro Espiritual. Yo no soy dueño de nada”. Tenemos que asimilar ese tipo de conocimiento y eso contribuirá a nuestro verdadero progreso espiritual. Esta es la realidad y hemos de comprender este hecho. Queremos alcanzar la verdad y librarnos de los conceptos falsos. La iniciación espiritual genuina, dikëâ, imparte el conocimiento divino que nada nos pertenece: No sólo eso, sino también que todo pertenece a Dios, incluyéndonos a nosotros mismos. Ese es el concepto de dikëâ: “Yo le pertenezco, todo le pertenece. Yo soy Su sirviente y estos son los objetos de Su servicio”.



Paraíso de tontos



Esta es la realidad, y estamos en un mundo imaginario, sufriendo bajo la ilusión. Vivimos en un paraíso de tontos. Debemos desembarazarnos de este paraíso de tontos e intentar entrar en el paraíso real. Cuando hemos echado una ojeada a las características del medio ambiente absoluto de la realidad, y tenemos tan siquiera una consideración por la verdad, no podemos continuar disfrutando los objetos de este mundo como hacíamos en el pasado. Debido a que hemos saboreado verdaderamente la verdad más elevada, ya no ten­dremos atracción por este mundo material. Ya no nos sentiremos animados a cumplir con los deberes relacionados con este mundo de disfrute. Seremos indiferentes.

Sabemos que la asociación con la tendencia actual al disfrute acarrea una reacción dolorosa. Podemos darnos cuenta de ello, pero no podemos dejarlo atrás. En la etapa de sâdhana, prácticas espirituales, no podemos cortar esa conexión por completo. Sin embargo, no tenemos otra alternativa. Nuestra afinidad por la verdad positiva ha de aumentar más y más, y de un modo gradual el gusto por nuestras cosas y obligaciones desaparecerá por completo. Aunque fracasemos una y otra vez, no podremos abandonar la idea: Una y otra vez intentaremos avanzar hacia la verdad y cuando no tengamos éxito, nuestro corazón se sentirá adolorido al pensar que los enemigos que nos rodean nos están derrotando repetidamente.



Champiñones mentales



Por allí está el fuego de la conciencia de Kèëòa y ese fuego no ha de apa­garse. Continuará encendido porque es una chispa de la verdad eterna, y llegará el día en que los enemigos que nos rodean tendrán que replegarse de una vez por todas. Un día nos daremos cuenta que Kèëòa, poco a poco, ha capturado todo nuestro corazón y los otros se han retirado para siempre: Ya no están presentes para molestarnos en nuestro círculo mental. Nos daremos cuenta que esas cosas indeseables eran como champiñones: Surgieron de nuestro círculo mental y ahora todos han muerto y desaparecido. Todas se han ido y queda Kèëòa en el corazón. En ese momento el corazón está lleno únicamente de Kèëòa, rebosante del concepto de Kèëòa.

En cierta ocasión, Ärîla Bhaktisiddhânta Sarasvatî Ùhâkura instruyó a un discípulo en el momento de la iniciación acerca del mantra Hare Kèëòa, diciéndole que debemos permitirle a Kèëòa desembarcar en nuestros corazo­nes, del mismo modo que la marina desembarca un ejército. Un navío transporta el ejército; al desembarcar éste comienza la lucha y el país es cap­turado. Como Julio César dijo: “Veni, vidi, vici; vine, vi y vencí”. O sea, tenemos que permitirle a Kèëòa desembarcar en nuestros corazones. Entonces comenzará la lucha.

¿Cuál es la propuesta de la conciencia de Kèëòa y cuál es la de tantas otras concepciones? Desde tiempo inmemorial, todas ellas nos ofrecen sus prome­sas diciendo: “Te daré esto, te daré aquello”, pero la concepción de Kèëòa entrará y te dirá: “Esto es lo que Yo reclamo: Todo me pertenece y vosotros sois unas intrusas”. La lucha comenzará, las cosas indeseables tendrán que replegarse y la conciencia de Kèëòa capturará todo el corazón. Este es el proceso. La conciencia de Kèëòa sólo tiene que desembarcar en nuestros corazones. De una u otra manera, un poco de conciencia de Kèëòa auténtica, proveniente de un devoto puro, debe entrar en nuestros corazones a través del oído y Kèëòa proporcionará cualquier cosa que haga falta. El éxito en la vida espiritual de alguien que ha adquirido aunque sea una ligera estima por la conciencia de Kèëòa está asegurado, hoy y mañana.



Kèëòa es un ladrón



Puede que hayamos levantado altos muros por todos los lados, para prote­gernos del tal modo que la conciencia de Kèëòa no pueda entrar, pero Kèëòa es un ladrón y un ladrón no necesita invitación; no hacen falta preparativos para darle la bienvenida. Él entrará para Su propio beneficio y ese es nuestro consuelo. Nuestro consuelo es que Kèëòa es un ladrón. Mâyâ ha erigido sus altos muros por todas partes, pero nada es suficiente para detener la con­ciencia de Kèëòa. Kèëòa es un ladrón y un día entrará sigilosamente.

Un devoto puede perder las esperanzas pensando: “El enemigo está en mi propia casa, mis parientes son mis adversarios. Estoy desesperado”. Podemos desilusionarnos, pero la conciencia de Kèëòa no nos abandonará de ningún modo. Kèëòa perseverará y a su debido tiempo vencerá. Las otras cosas tendrán que marcharse, sin importar cuán íntimamente relacionadas puedan estar, en habitaciones privadas y bien protegidas de nuestros corazones. Tendrán que despedirse de todos los rincones de nuestros corazones. Kèëòa vencerá. Kèëòa lo capturará todo. Los indeseables deseos lujuriosos de nues­tros corazones son algo foráneo; son sólo champiñones. Aparecen como champiñones, pero carecen de raíz o estabilidad permanente; no están arrai­gados al suelo. Podremos considerar que lo que hemos almacenado en nues­tros corazones nos es muy cercano y querido y que se ha fundido con nosotros, como una parte de nuestra existencia, pero cuando la conciencia de Kèëòa entre, todo ello flotará, como si fuesen champiñones.

Al fin y al cabo son champiñones: No tienen agarre, conexión con el suelo. Están sólo flotando. Todos los intereses materiales están sólo flotando en la superficie. No están profundamente arraigados dentro y afuera del conjunto de nuestra existencia. Sólo la conciencia de Kèëòa existe por doquier, en todas las facetas de nuestra vida. Así pues, los champiñones tendrán que desapare­cer un día. Esto lo confirma el Ärîmad-Bhâgavatam (2.8.5):


praviëùaì karòa-randhreòa, svânâê bhâva-sarourham

dhunoti äamalaê kèëòaì, salîlâsya yathâ äarat


Cuando Kèëòa entra al corazón a través del oído, captura el loto del corazón y entonces, poco a poco, hace que desaparezca toda la suciedad del mismo. Así como al llegar el otoño el agua se purifica en todas partes, cuando Kèëòa entre en nuestros corazones, todas las impurezas se desvanecerán paulatina­mente y sólo Él permanecerá para siempre.



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jueves 11 de marzo de 2010

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