martes, 16 de marzo de 2010

La Búsqueda de Sri Krishna, la más Hermosa Realidad 11º

CAPITULO ONCE



El servicio del nombre


H H Krishna Das Swami -0019

H H Krishna Das Swami -0019 por ISKCON desire tree.


H H Krishna Das Swami -0018

H H Krishna Das Swami -0018 por ISKCON desire tree.


Estudiante: Tengo una pregunta acerca del canto del mantra Hare Kèëòa en el rosario (japa-mâlâ). Mi Maestro Espiritual me ha confiado muchos deberes de prédica, así que algunas veces cuando estoy tratando de concentrarme en mi japa-mâlâ, en vez de escuchar el Santo Nombre, pienso en todos los dife­rentes deberes que tengo que llevar a cabo.

Ärîla Ärîdhara Mahârâja: Ärîla Bhaktisiddhânta Sarasvatî Ùhâkura enfati­zaba que kîrtana significa no sólo cantar el Santo Nombre en voz alta, sino también predicar. Jîva Gosvâmî ha definido como: saôkîrtana, bahubhir militvâ yat kîrtanam tad eva saôkîrtanam, “cuando mucha gente se reúne y glorifica al Señor Supremo, Kèëòa, a esto se le conoce como saôkîrtana”. Ärî Caitanya Mahâprabhu vino e introdujo el saôkîrtana. En esta era de Kali, si se canta en congregación el Santo Nombre, fructificarán los esfuerzos combina­dos (sango äakti kalau yuge). Allí se encuentra la diferencia entre la misión de prédica de Ärîla Bhaktisiddhânta Sarasvatî Ùhâkura y los así llamados bhajana de los sahajiyâs o imitadores.

Una vez, uno de nuestros hermanos espirituales fue objeto de un severo reparo de nuestro Guru Mahârâja. Era un hombre de buen carácter, pero su tendencia era generalmente hacia el nâma-bhajana. No le gustaba hacer otro servicio, pues estaba inclinado a cantar el nombre de Kèëòa en sus japas. En ese entonces yo tenía a cargo el templo de Delhi y era amigo íntimo de él, así que yo le escribí a Prabhupâda: “Si usted me lo permite, me gustaría ocupar a mi hermano espiritual en algún trabajo de prédica aquí en el templo de Delhi”. La carta que escribió Prabhupâda está aún aquí. Él me escribió en su carta: “Si tú puedes llevarlo allí y hacer que él te ayude en el trabajo de pré­dica, entonces estarás haciendo el servicio de un verdadero amigo suyo. Yo no admito que sentarse en la selva de Balihati solamente a cantar y a cantar japas sea kèëòânuäîlanam, el cultivo apropiado de la conciencia de Kèëòa”.



Prédica significa lucha



Por lo tanto, kîrtana significa prédica, äravaòam, kîrtanam. Kîrtana no signi­fica simplemente cantar en voz alta, sino prédica. Y prédica significa que debe existir una lucha con el partido de la oposición. Kîrtana significa lucha. El kîrtana crea la vibración divina que luchará contra todas las vibraciones ordi­narias que están flotando en este mundo en ondas burdas y sutiles. Por lo tanto, Prabhupâda nos dijo que nuestras japas de tulasî, no debían ayunar. Su consejo mínimo fue que nosotros debemos hacer algún servicio en la forma del canto Hare Kèëòa, mientras contamos en las japas, por lo menos una vez al día. Sus palabras exactas fueron mâlikâ upabâsa nâ: “Las japas no deben ayunar”. Y su instrucción general fue predicar tanto como sea posible.

Una vez tuve una conversación con uno de los grandes líderes espirituales del templo Udipi en Madras. Él me dijo: “Algunas veces yo predico acerca de Mâdhvâcârya y el culto bhakti, pero no tengo tiempo para sâdhana (prácticas espirituales regulares tales como japa, Gâyatrî-mantra, estudio de las Escritu­ras, etc.) Yo lo apoyé. Nuestro Guru Mahârâja dijo que Hari-kathâ, la prédica acerca de Kèëòa, no es menos importante que el sâdhana. Más bien, ella es una cosa más viva. La prédica es más vital. Cuando estamos predicando, automáticamente debemos tener el máximo de concentración. Por otra parte, mientras cantamos en nuestras japas, podemos distraernos. Cuando estamos hablando acerca de Kèëòa a otra persona debemos estar muy atentos. De otro modo, no podemos hablar apropiadamente. Toda nuestra atención se con­centrará automáticamente cuando hablamos de Kèëòa. Y al escribir de Kèëòa es mucho más necesaria la precisión, que al hablar de Kèëòa. Por lo tanto, escribir también es kîrtana. El cultivo de la conciencia de Kèëòa debe incluso ser más intenso cuando estamos ocupados escribiendo acerca de Kèëòa.



El Gauàîya Maùh: Guerra contra Mâyâ



Por lo tanto, la misión de prédica de Ärîla Bhaktisiddhânta Sarasvatî Ùhâkura, el Gauàîya Maùh, ha declarado la guerra total contra mâyâ (la ilusión) e incluso a todos los demás conceptos religiosos. Y nuestras autorida­des son el Ärîmad-Bhâgavatam y Ärî Caitanya Mahâprabhu. El amor divino es la meta suprema de toda alma. La belleza y el amor son el summum bonum, nuestro logro más elevado, ellos son el principio controlador último y no el poder. Y la belleza y el poder se encuentran en su posición más elevada con Kèëòa en Vèndâvana. El concepto último de la Verdad Absoluta es aquel del carácter de la belleza y el amor divino. Al mismo tiempo, la diferencia entre lujuria y amor debe ser realizada con claridad. Esto no debe ser enten­dido erróneamente. La cima de la dedicación es mostrada por los habitantes de Vraja.

Por lo tanto, la prédica (saôkîrtana), y no el canto de japas es el verdadero servicio a Kèëòa. Pero debido a que hemos aceptado un voto y éste es orde­nado por Mahâprabhu y por nuestro Gurudeva, debemos cantar el Santo Nombre mientras pasamos las japas; éste es nuestro deber. Nuestro Guru Mahârâja nos dijo: “Las japas no deben ayunar”. Por lo tanto, si nos ocupa­mos en la labor de la prédica, no debería haber duda que estamos en verdad obedeciendo la orden de Mahâprabhu. Aunque Él nos ha aconsejado cantar cien mil nombres o sesenta y cuatro rondas diariamente, esto es dicho tentati­vamente. Lo que es importante de verdad es el espíritu de servicio. Nosotros no estamos diciendo que las gopîs cuentan siempre el nombre en las cuentas de tulasî y, sin embargo, ellas ocupan la posición más elevada en el servicio de Kèëòa en Vèndâvana.

Tren expreso a Vèndâvana



Por lo tanto, el Kèëòa-nâma nos ayudará muchísimo para ir hacia Vèn­dâvana. Allí está su importancia. Como un tren expreso, el Santo Nombre de Kèëòa nos lleva a nuestro destino sin parar en ninguna otra estación. Si noso­tros estamos cantando el nombre sin ninguna petición formal, sin pedir: “Dame esto, dame aquello”, eso actúa como un tren especial que irá a Vèn­dâvana sin parar. Allí están ausentes las impurezas de karma y jñâna. Los devotos de Vèndâvana piensan tan sólo: “Yo deseo a Kèëòa, no sé qué es bueno o qué es malo. Simplemente deseo a Kèëòa”.

Estudiante: ¿Cuántas rondas les pidió su Guru Mahârâja a sus discípulos iniciados que cantaran todos los días? ¿Prescribió él algún número determi­nado?

Ärîla Ärîdhara Mahârâja: Su recomendación general fue cantar veinticinco mil nombres, dieciséis rondas diariamente o al menos cuatro rondas como mínimo. Si alguien no tenía trabajo, podía cantar cien mil nombres o sea sesenta y cuatro rondas.

Estudiante: ¿Daría Bhaktisiddhânta Sarasvatî Ùhâkura iniciación Harinâma a alguien que pudiera cantar sólo cuatro rondas diariamente?



Calidad y no cantidad



Ärîla Ärîdhara Mahârâja: No existió tal consideración. Formalmente, uno tenía que contar algunas, pero no existía una limitación rígida. Lo que él deseó de nosotros fue la ocupación intensiva en el servicio del Señor, bajo la guía de un vaiëòava, porque el punto más importante de todos es el servicio. La obtención de nuestra meta no está asegurada simplemente por el incre­mento de número de veces que repetimos el nombre: Sólo por el incremento de la calidad se alcanzará el éxito.

Existen muchas afirmaciones en las Escrituras que nos estimulan para la realización del Santo Nombre en diferentes formas, pero Ärîla Rûpa Gosvâmî nos ha entregado la idea clave. Él cita el Padma Purâòa: ataì ärî kèëòa nâmâdi na bhaved grâhyam indriyaiì. Nuestros sentidos, físicos o mentales, no tienen la calificación para entrar en contacto con lo trascendental. El nom­bre es inmaterial (aprâkèta), no tiene limitaciones mundanas (Vaikuòùha), pertenece a otro plano. Por lo tanto, nada que tenga que ver con Kèëòa, Su nombre, forma, cualidades o pasatiempos, puede ser tocado por nuestros sentidos físicos o mentales. Pero si nosotros tenemos una actitud de servicio, Él baja a nosotros por Su propia voluntad. Sólo entonces puede nuestra lengua pronunciar en realidad el nombre de Kèëòa. De otra manera, sólo puede ser producido el sonido físico de las letras del nombre. Nuestra lengua, nuestras manos, el sonido físico, todas estas cosas mundanas no pueden entrar en contacto con Kèëòa. Algún medio interpuesto es necesario para conectar este cuerpo con lo supramundano. Y esa conexión es nuestro fervo­roso deseo de servir a Kèëòa, de satisfacerlo. Un bombillo no alumbrará si no hay electricidad. Sólo cuando exista la corriente eléctrica se iluminará el bombillo. Por lo tanto, el nombre puede aparecer en la lengua y en el oído, en la mente o en la escritura, pero debemos tener en cuenta la conexión de Vaikuòùha con este mundo material. Y esa conexión es el servicio devocional, una actitud de servicio funcional. Sólo eso puede conectar al reino físico con Vaikuòùha y Vèndâvana.



Disparando mantras al aire


Kèëòa aparecerá por Su propia voluntad. Descenderá a tu lengua y luego tu lengua podrá cantar el nombre de Kèëòa. Un arma de fuego sin balas, que está vacía, puede hacer algún ruido, pero ninguna bala es disparada en reali­dad. Similarmente, el canto del nombre de Kèëòa sin una realidad de servicio produce sonido, pero es sólo la astuta lengua. Es como disparar un arma de fuego con balas de salva en vez de balas auténticas. Nuestro canto del Santo Nombre de Kèëòa debe ser recargado con un temperamento de servicio, con la tendencia de satisfacer a Kèëòa.

De otra manera, el sonido que producimos es falso. Es sólo una imitación, un trueque. El Santo Nombre no puede ser experimentado mediante nuestros sentidos, es supramental y trascendental. Un sonido ordinario de este mundo material no puede ser el nombre de Kèëòa. Nuestro oído no puede incluso escuchar el nombre, si no se encuentra allí ese mediador, la actitud de servi­cio. La sinceridad para satisfacer la voluntad de Kèëòa debe mediar entre Kèëòa y el oído a través de la mente. Tan sólo entonces entrará en nuestro oído el nombre de Kèëòa y nos revelará Su forma, cualidades y pasatiempos. El Santo Nombre no es físico, es aprâkèta, es trascendental, supramundano. Sólo a través de nuestra actitud de servicio bajará a este mundo material.

Nuestro Guru Mahârâja ponía el mayor énfasis en el desarrollo de la actitud devocional. De otra manera todo esto es falso, sólo imitación. Y la gente dirá: “¡Oh! ¡Kèëòa no está allí! Estos hombres son hipócritas. Ellos están sólo dan­zando y haciendo ruido, ellos no están cargados con el espíritu de servicio”. Sólo a través del servicio podemos entrar en contacto directo con Kèëòa. El punto central es habituarse a cómo lograr el espíritu de servicio, vaiëòava-sevâ. El vaiëòava está haciendo servicio y nosotros debemos asimilar de él los métodos para la obtención de esta actitud de servicio.

Bajo la orden de un devoto, debemos practicar para sacrificarnos. La autoabnegación y la dedicación personal son necesarias y ese hecho positivo lo recibiremos de un devoto. Si se le da a los niños papel y lápiz desde el comienzo, no será fructífero, por eso se les da una piedra y pueden intentar escribir sobre la tierra. De igual modo, al comienzo debemos tratar de desa­rrollar una actitud de servicio, un hábito de dedicación. Esta es nuestra riqueza innata y ese es nuestro consuelo.

Si tratamos de desarrollar una actitud de servicio, el devoto puro nos ayu­dará. Se dice que si alguien es tacaño, debe por lo menos dar en caridad alguna basura a otro. Alguien le dice a un avaro: “Regala por lo menos alguna ceniza a otros y experimenta que tu mano da algo”. De igual modo, el espíritu de servicio es un asunto elevado. Debemos practicar para darnos en el servicio a Kèëòa.

No debemos asustarnos por no estar logrando la forma más elevada del servicio nâma-bhajana, la adoración del Santo Nombre. No debemos pensar: “¿Por qué se me ha pedido barrer el templo? Cualquier hombre ordinario puede hacerlo”. No debemos asustarnos por ello. Es necesario que adquira­mos una actitud de servicio. Se requiere nuestra abnegación, nuestro des­prendimiento, nuestro desinterés. Se dice que Sócrates es un ejemplo del olvido de sí mismo y Jesucristo es un ejemplo de abnegación. ¿Y con qué propósito? Por la causa del Supremo. Y por eso debemos tener una verdadera relación con un devoto. Bajo su orden nos conectaremos con el plano de servicio. Nuestra energía puede ir al plano trascendental sólo mediante su gracia o mediación. Por eso, nuestro Guru Mahârâja, Ärîla Bhaktisiddhânta Sarasvatî Ùhâkura, hacía hincapié el noventa por ciento de las veces en el desarrollo de una actitud de servicio para la prédica y esa debería ser nuestra meta, cualquiera que sea la posición en la que nos encontremos.



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jueves 11 de marzo de 2010

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