EL UPADEÄÂMÈTA
El néctar de la instrucción
H H Indadyumna Swami 25
H H Indadyumna Swami 26
TEXTO UNO
vâco vegaê manasaì krodha-vegaê
jihvâ-vegam udaropastha-vegam
etân vegân yo viëaheta dhîrah
sarvâm apîmâê pèthivîê sa äiëyât
vâcaì-del habla; vegam-impulso; manasah-de la mente; krodha-de la ira; vegam-impulso; jihvâ-de la lengua; vegam-impulso; udara-upastha-del estómago y del órgano genital; vegam-impulso; etân-estos; vegâm-impulsos; yah-quienquiera que; viëaheta-pueda tolerar; dhîrah-ecuánime; sarvâm-todo; api-ciertamente; imâm-este; pèthivîm-mundo; sah-esa personalidad; äiëyât-puede hacer discípulos.
TRADUCCIÓN
La persona ecuánime que puede tolerar el impulso de hablar, las exigencias de la mente, la influencia de la ira, y los impulsos de la lengua, el estómago y el órgano genital, está capacitada para hacer discípulos en todo el mundo.
SIGNIFICADO
En El Ärîmad-Bhâgavatam (6.1.9-10), Parîkëit Mahârâja hizo a Äukadeva Gosvâmî una serie de preguntas inteligentes. Una de estas preguntas era: "¿Por qué la gente se somete a la expiación si no puede controlar sus sentidos?" Por ejemplo, puede que un ladrón conozca perfectamente bien la posibilidad de ser arrestado por robar, y puede que incluso vea a la policía arrestando a otro ladrón, y sin embargo continuará robando. Se adquiere experiencia oyendo y viendo. Alguien que es poco inteligente adquiere experiencia viendo, y aquel que es más inteligente adquiere experiencia oyendo. La persona inteligente se abstiene de robar al oír de los libros de leyes y de los sastras o Escrituras, que no es bueno robar, y al escuchar que el ladrón es castigado cuando se le arresta. La persona menos inteligente quizá primero tenga que ser arrestada y castigada por haber robado, para que aprenda a dejar de robar. Sin embargo el pícaro, el hombre necio, quizá tenga la experiencia de haber visto y oído, y puede que hasta haya sido castigado, pero aún así continuará robando. Aunque esa persona expíe y reciba el castigo del gobierno, robará de nuevo tan pronto como salga de la cárcel. Si se considera que el castigo de la cárcel es un tipo de expiación, entonces, ¿de qué sirve esa expiación? Por ello, Parîkëit Mahârâja preguntó:
dèëùa-ärutabhyâê yat pâpaê
jânann apy âtmano 'hitam
karoti bhûyo vivaäaì
prâyaäcittam atho katham
kvacin nivartate 'bhadrât
kvacic carati tat punaì
prâyaëcittam atho 'parthaê
manye kuñjara-äaucavat
El comparó la expiación con el baño de un elefante. Puede que el elefante se bañe muy bien en el río, pero tan pronto como sale a la orilla se echa tierra en todo el cuerpo. ¿De qué le sirve entonces su baño?. Similarmente, muchos practicantes espirituales cantan el mahâ-mantra Hare Kèëòa y al mismo tiempo incurren en muchas actividades prohibidas, pensando que por cantar, contrarrestarán sus ofensas. De los diez tipos de ofensas que se pueden cometer al cantar el santo nombre, esta ofensa es denominada nâmno balâd yasya hi pâpa-budhiì: incurrir en actividades pecaminosas fundándose en el canto del mahâ-mantra Hare Kèëòa. En forma similar, ciertos cristianos van a la iglesia para confesar sus pecados, pensando que al confesar sus pecados ante el sacerdote y ejecutar alguna penitencia, se liberarán del resultado de sus pecados semanales. Tan pronto como se termina el sábado y llega el domingo, ellos reinician sus actividades pecaminosas esperando ser perdonados el siguiente sábado. Parîksit Mahârâja, el rey más inteligente de su época, condena este tipo de prayascitta o expiación. Äukadeva Gosvâmî, siendo igualmente inteligente, tal como corresponde al Maestro Espiritual de Mahârâja Parîkëit, le contestó y le confirmó al Rey que su afirmación relativa a la expiación era correcta. No es posible contrarrestar una actividad pecaminosa con una actividad piadosa. Por eso el verdadero prâyaäcitta o expiación, consiste en despertar nuestra conciencia de Kèëòa latente.
La verdadera expiación implica progresar hasta alcanzar el verdadero conocimiento, y para lograrlo hay un proceso autorizado. Cuando alguien sigue un proceso regulado de higiene no se enferma. El ser humano debe ser entrenado conforme a ciertos principios que revivan su conocimiento original. A esa vida metódica se le denomina tapasya. Uno puede elevarse gradualmente a la altura del verdadero conocimiento o conciencia de Kèëòa, por practicar la austeridad y el celibato (brahmacarya), por controlar la mente, por controlar los sentidos, por abandonar las posesiones propias, dándolas como caridad, por ser declaradamente veraz, por mantenerse limpio y por practicar los yoga-âsanas. Sin embargo, si alguien es lo suficientemente afortunado como para asociarse con un devoto puro, podrá sobrepasar fácilmente todas las prácticas de control de la mente, ejecutadas con el proceso místico de yoga, simplemente por seguir los principios regulativos del sendero de conciencia de Kèëòa -absteniéndose de la vida sexual ilícita, de comer carne, de drogarse o embriagarse y de los juegos de azar- y dedicarse a servir al Señor Supremo bajo la dirección del Maestro Espiritual genuino. Ärîla Rûpa Gosvâmî recomienda este sencillo proceso.
Uno primero debe controlar la facultad del habla. Todos nosotros tenemos la facultad del habla; tan pronto como se nos presenta una oportunidad comenzamos a hablar. Si no hablamos acerca del cultivo de conciencia de Kèëòa, hablaremos todo tipo de disparates. El sapo del campo habla croando, y en forma similar, todo aquel que tiene una lengua quiere hablar, aunque todo lo que tenga que decir sean disparates. Sin embargo, el croar del sapo únicamente invita a la serpiente: "Por favor ven aquí y cómeme." No obstante, aunque el sapo está invitando a la muerte, continúa croando.
Las conversaciones de los hombres materialistas y de los filósofos impersonalistas mâyâvâdîs pueden ser comparadas con el croar de las ranas. Ellos siempre están hablando disparates, invitando así a que la muerte los atrape. Sin embargo, controlar el habla no significa el silencio auto-impuesto (el proceso externo de mauna), tal como lo creen los filósofos mâyâvâdîs. Puede que el silencio parezca provechoso durante algún tiempo, pero finalmente resultará ser un fracaso. El significado que Ärîla Rûpa Gosvâmî quiere dar al término de "habla controlada" aboga por el proceso positivo de Kèëòa-katha: el ocupar el habla en glorificar así al Señor Supremo, Ärî Kèëòa. La lengua puede glorificar así el nombre, la forma,las cualidades y los pasatiempos del Señor. El predicador del Kèëòa-katha siempre se encuentra fuera de las garras de la muerte. He ahí la importancia de controlar el impulso de hablar.
Se puede controlar la inquietud o la inconstancia de la mente (mano-vega), cuando uno la fija en los pies de loto de Kèëòa. El Caitanya-caritâmèta (Madhya 22.31) dice:
kèëò-sûrya-sama; mâyâ haya andhakâra
yâhâô kèëò, tâhâô nâhi mâyâra adhikâra
Kèëòa es igual al Sol, y mâyâ es igual a la oscuridad. Si el Sol está presente no es posible que haya oscuridad. En forma similar, si Kèëòa se encuentra presente en la mente, no hay posibilidad de que la mente se agite debido a la influencia de mâyâ. De nada servirá el proceso yógico de negar todos los pensamientos materiales. Es artificial tratar de crear un vacío en la mente. El vacío no permanecerá. Sin embargo, la mente quedará controlada en forma natural si uno siempre piensa en Kèëòa, y en cómo servir mejor a Kèëòa.
En forma similar, también es posible controlar la ira. No podemos detener totalmente la ira, pero habremos controlado nuestra ira a través del proceso de conciencia de Kèëòa si sólo nos enojamos con los que blasfeman en contra del Señor o en contra de los devotos del Señor. El Señor Caitanya Mahâprabhu se enojó con los hermanos herejes Jagâi y Mâdhâi, quienes blasfemaron en contra de Nityânanda Prabhu y lo golpearon. En Su Äikëâëùaka, el Señor Caitanya escribió, tèòâd api sunîcena taror api sahiëòunâ: "Uno debe ser más humilde que el pasto y más tolerante que el árbol." Tal vez uno se pregunte entonces por qué el Señor manifestó Su ira. El punto es que uno debe estar dispuesto a tolerar todos los insultos que reciba, pero cuando se blasfema en contra de Kèëòa o en contra de Su devoto puro, el devoto genuino se enoja y reacciona con los ofensores como si fuese fuego. No es posible detener la ira o Krodha, pero ésta puede ser aplicada correctamente. Fue cuando estaba iracundo que Hanuman incendio Lanka, pero él es adorado como el mejor devoto del Señor Râmacandra. Eso significa que utilizó su ira en la forma correcta. Arjuna nos sirve como otro ejemplo. El no quería pelear, pero Kèëòa incitó su ira: "¡Debes pelear!" No es posible pelear sin estar iracundo. Sin embargo, la ira queda controlada cuando es utilizada en el servicio del Señor.
En lo relativo a los impulsos de la lengua, todos experimentamos que la lengua quiere comer platos sabrosos. Generalmente no debemos permitir que la lengua coma lo que quiera, sino que debemos controlarla dándole prasâda. La actitud del devoto es la de comer únicamente cuando Kèëòa le dé prasâda. Esta es la forma de controlar el impulso de la lengua. Uno debe tomar prasâda a horas fijas, y no debe comer en restaurantes ni dulcerías sólo para satisfacer los caprichos de la lengua o del estómago. Si nos aferramos al principio de únicamente comer prasâda, será posible controlar los impulsos del estómago y de la lengua.
De manera similar, es posible controlar los impulsos del órgano genital, el impulso sexual, si no se usa innecesariamente. El órgano genital debe usarse para procrear un niño consciente de Kèëòa, de lo contrario no debe usarse. El movimiento de conciencia de Kèëòa fomenta el matrimonio para procrear niños conscientes de Kèëòa, y no para satisfacer el órgano genital. Tan pronto como los niños han crecido un poco, son enviados a nuestras escuelas Gurukula ubicadas en todo el mundo, donde se les educa para que se conviertan en devotos plenamente conscientes de Kèëòa.
Son necesarios muchos de esos niños conscientes de Kèëòa, y aquel que es capaz de procrear hijos conscientes de Kèëòa, recibe permiso para utilizar su órgano genital.
Cuando alguien es un experto consumado en los métodos para controlarse que ofrece el proceso de conciencia de Kèëòa, puede quedar capacitado para ser un Maestro Espiritual genuino.
En su explicación Anuvètti del Upadeäâmèta, Ärîla Bhaktisiddhânta Sarasvatî Ùhâkura escribe que nuestra identificación con lo material crea tres tipos de impulsos: El impulso de hablar, el impulso o exigencias de la mente y las exigencias del cuerpo. La vida de la entidad viviente se torna desfavorable cuando cae víctima de estos tres tipos de impulsos. Alguien que practica resistir estas exigencias o impulsos es llamado un tapasvî, o sea uno que practica austeridades. Gracias a esa tapasya se puede dejar de ser una víctima de la energía material, la potencia externa de la Suprema Personalidad de Dios.
Cuando mencionamos el impulso de hablar nos referimos a las pláticas inútiles, tales como las de filósofos impersonales mâyâvâdî o las de personas ocupadas en actividades fruitivas (técnicamente llamadas karma-kâòàa) o las de personas materialistas que sólo quieren disfrutar de la vida sin ninguna restricción. Todas esas pláticas o publicaciones son exhibiciones prácticas del impulso de hablar. Mucha gente está hablando tonterías y escribiendo volúmenes de libros inútiles, y todo esto es el resultado del impulso de hablar.
Para contrarrestar esta tendencia debemos encauzar nuestras pláticas hacia el tema de Kèëòa. Esto se explica en el Ärîmad-bhâgavatam (1.5.10-11):
na yad vacaä citra-padaê harer yaäo
jagat-pavitraê pragèòîta karhicit
tad vâyasaê tîrtham uäanti mânasâ
na yatra haêsâ niramanty uäikkëayâì
"Las personas santas consideran como un lugar de peregrinación para los cuervos, a aquellas palabras que no describen las glorias del Señor, quien es el único que puede santificar la atmósfera de todo el universo. Las personas completamente perfectas no sienten ningún placer allí, pues son habitantes de la morada trascendental".
tad-vâg-visargo janatâgha-viplavo
yasmin prati-älokam abaddhavaty api
nâmâny anantasya yaäo 'ôkitâni yat
äèòvanti gâyanti gèòanti sâdhavaì
"Por otro lado, la literatura que está colmada de descripciones sobre las glorias trascendentales del nombre, la fama, las formas, los pasatiempos, etc., del ilimitado Señor Supremo, constituye una creación diferente, llena de palabras trascendentales encaminadas a ocasionar una revolución en la vida impía de la errada civilización de este mundo. Tales obras literarias trascendentales aunque estén compuestas de manera imperfecta, son oídas, cantadas y aceptadas por los hombres purificados que son completamente honestos".
La conclusión es que sólo podemos abstenernos de las pláticas inútiles y disparatadas cuando hablamos acerca del servicio devocional a la Suprema Personalidad de Dios.
Siempre debemos esforzarnos por utilizar nuestra facultad del habla con el propósito exclusivo de iluminarnos con conciencia de Kèëòa.
En lo concerniente a las agîtâciones de la mente fluctuante, éstas son divididas en dos categorías. La primera se llama avirodha-prîti, o sea un apego sin restricción, y la otra se llama virodha-yukta-krodha, la ira que surge de la frustración. Se llama avirodha-prîti a la adherencia a la filosofía de los mâyâvâdîs, a la creencia en los resultados fruitivos de los karma-vâdîs, y a la creencia en los planes que se basan en deseos materialistas. Los jñânîs, los karmîs, y los planificadores materialistas generalmente atraen la atención de las almas condicionadas, pero los materialistas se enojan cuando no pueden realizar sus planes, y cuando sus ardides quedan frustrados. La frustración de los deseos materiales produce la ira.
En forma similar, las exigencias del cuerpo pueden ser divididas en tres categorías: las exigencias de la lengua, del estómago y del órgano genital. Se puede observar que estos tres sentidos están situados físicamente en una línea recta en el cuerpo, y que las exigencias corporales comienzan con la lengua. Si uno puede restringir las exigencias de la lengua, limitando las actividades de ésta al proceso de comer prasâda, entonces podrán controlarse automáticamente los impulsos del estómago y del órgano genital. En relación con esto Ärîla Bhaktivinoda Ùhâkura dice:
äarîra avidyâ-jâla, jaàendriya tâhe kâla
jîve phele viëaya-sâgare
tâ'ra madhye jihvâ ati, lobhamâyâ sudurmati
tâ'ke jetâ kaùhina saêsâre
kèëòa bada dayâmâyâ, karibâre jihvâ jaya,
sva-prasâda-anna dila bhâi
sei annâmrta khâo, râdhâ-kèëòa-guòa gâo
preme àâka caitanya-nitâi
"¡Oh, Señor! Este cuerpo material es una masa de ignorancia, y los sentidos son una red de caminos que conducen a la muerte. De una u otra manera hemos caído en el océano del goce material de los sentidos, y la lengua es el más voraz e incontrolable de todos los sentidos. En este mundo es muy difícil conquistar la lengua. Pero Tú, querido Kèëòa, eres muy bondadoso con nosotros. Tú has enviado este excelente prasâda para ayudarnos a conquistar la lengua. Tomemos pues este prasâda a nuestra entera satisfacción y glorifiquemos a Vuestras Señorías Ärî Ärî Râdhâ y Kèëòa, y amorosamente invoquemos la ayuda del Señor Caitanya y de Prabhu Nityânanda."
Hay seis tipos de rasas (sabores), y si uno se siente agîtâdo por cualquiera de ellos, queda controlado por los impulsos de la lengua. Algunas personas sienten atracción por comer carne,pescado, cangrejos, huevos y otras cosas producidas a partir del semen y la sangre, y que se comen en la forma de cuerpos muertos. Otras sienten atracción por comer verduras, legumbres, espinaca o productos lácteos, pero hacen todo esto para satisfacer las exigencias de la lengua. Las personas conscientes de Kèëòa deben dejar de comer cosas para complacer los sentidos -incluyendo el uso excesivo de especias tales como el chile y el tamarindo. Para satisfacer exigencias ilícitas se recurre al uso del pan, haritakî, areca, diversas especias usadas para hacer el pan, el tabaco, el LSD, la marihuana, el opio, el licor, el café y el té. Si podemos acostumbrarnos a tomar únicamente los remanentes del alimento ofrecido a Kèëòa, podremos dejar de ser víctimas de mâyâ. Las verduras, los granos, las frutas, los productos lácteos y el agua, son alimentos adecuados para ofrecer al Señor, tal como el Señor Kèëòa Mismo lo prescribe. Sin embargo, si alguien toma prasâda sólo porque es sabroso, y en consecuencia come demasiado, también cae víctima de tratar de satisfacer las exigencias de la lengua. Ärî Caitanya Mahâprabhu nos enseña a evitar los platos muy sabrosos, incluso al estar comiendo prasâda. Si ofrecemos platos sabrosos a la Deidad con la intención de comernos ese alimento tan excelente, quedaremos comprometidos en tratar de satisfacer las exigencias de la lengua. Si aceptamos la invitación de un hombre rico con la idea de recibir alimentos sabrosos, estaremos también tratando de satisfacer las exigencias de la lengua. En El Caitanya-Caritâmèta (Antya 6.227) se afirma:
jihvâra lâlase yei iti-uti dhâya
äiänodara-parâyaòa kèëòa nâhi pâya
"La persona que corre de aquí para allá buscando complacer el paladar, y que siempre está apegada a los deseos del estómago y del órgano genital, es incapaz de alcanzar a Kèëòa".
Como se dijo antes, la lengua, el estómago y el órgano genital están todos situados en una línea recta, y todos caen dentro de la misma categoría. El Señor Caitanya ha dicho, bhâla nâ khâibe âra bhâla nâ paribe: "No te vistas lujosamente ni comas alimentos deliciosos." (Cc. Antya 6.236)
Por lo menos de acuerdo con este análisis, aquellos que padecen de enfermedades estomacales deben ser incapaces de controlar los impulsos del estómago. Cuando deseamos comer más de lo necesario, creamos automáticamente muchos inconvenientes en la vida. Sin embargo, si observamos los días de ayuno tales como el Ekâdaäî y el Janmâëùamî, podremos refrenar las exigencias del estómago.
En lo relativo a los impulsos del órgano genital, hay de dos clases: el correcto y el incorrecto, o sea la vida sexual legal y la ilícita. Cuando el hombre ha madurado completamente, puede casarse conforme a las reglas y regulaciones de las äâstras, y usar el órgano genital para procrear niños hermosos. Esto es legal y religioso. De lo contrario, puede que adopte muchos medios artificiales para satisfacer las exigencias del órgano genital, y quizá lo haga sin restricción alguna.
Uno queda capturado en las garras de mâya cuando se entrega a la vida sexual ilícita, tal como la definen las äâstras, ya sea pensando, planeando, hablando acerca de ello o de hecho teniendo una relación sexual o satisfaciendo el órgano genital por medios artificiales. Estas instrucciones no son sólo para los casados sino también para los tyâgîs, o sea aquellos que están en la orden de vida renunciante. En su libro Prema-vivarta, Capítulo Siete, Ärî Jagadânanda Paòàita dice:
vairâgî bhâi grâmya-kathâ nâ äunibe kâne
grâmya-vârtâ nâ kahibe yabe milibe âne
svapane o nâ kara bhâi stri-sambhâëaòa
gèhe strî châàiyâ bhâi âsiyâcha vana
yadi câha praòaya râkhite gaurâôgera sane
chota haridasera katha thake yena mane
bhâla nâ khâibe âra bhâla nâ paribe
hèdayete râdhâ-kèëòa sarvadâ sevibe
"Mi querido hermano, te encuentras en la orden de vida renunciante y no debes escuchar las pláticas acerca de cosas mundanas y ordinarias, ni debes hablar de cosas mundanas cuando te encuentres con otros. No pienses en mujeres, ni siquiera en sueños. Has adoptado la orden de vida renunciante con un voto que te prohíbe asociarte con mujeres. Si deseas asociarte con Caitanya Mahâprabhu, siempre debes recordar el incidente de Choùa Haridâsa, y cómo él fue rechazado por el Señor. No comas platos suntuosos ni te vistas con prendas finas, sino que permanece siempre humilde y sirve a Sus Señorías Ärî Ärî Râdhâ-Kèëòa en lo más recóndito de tu corazón."
La conclusión es que debe llamarse svâmî o gosvâmî a alguien que puede controlar estos seis elementos: el habla, la mente, la ira, la lengua, el estómago y el órgano genital.
Svâmî significa amo, y gosvâmî significa el amo de los go, o sea los sentidos. Cuando alguien adopta la orden de vida renunciante, asume automáticamente el título de svâmî. Esto no significa que es el amo de su familia, su comunidad o su sociedad; él debe ser el amo de sus sentidos. A menos que uno sea el amo de sus sentidos no debe ser llamado un gosvâmî, sino un go-dâsa, el sirviente de los sentidos. Siguiendo los pasos de los seis Gosvâmîs de Vèndâvana, todos los svâmîs y gosvâmîs deben dedicarse completamente al servicio amoroso trascendental del Señor. Contrario a esto, los go-dâsas se ocupan en servir a los sentidos o en servir al mundo material. Ellos no tienen otra actividad. Prahlâda Mahârâja ha descrito además a los go-dâsas como adanta-go, término que se refiere a aquel cuyos sentidos no están controlados. El adânta-go no puede volverse sirviente de Kèëòa. En El Ärîmad-BhÂgavatam (7.5.30). Prahlâda Mahârâja ha dicho:
matir na kèëòe parataì svato vâ
mitho`bhipadyeta gèhavratânâm
adânta-gobhir viäatâê tamisraê
punaì punaä carvita-carvaòânâm
"Aquellos que han decidido continuar su existencia en este mundo material para complacer sus sentidos, no tienen ninguna posibilidad de volverse conscientes de Kèëòa, ni por el esfuerzo personal, ni por instrucciones recibidas de otros, ni por una combinación de las dos cosas. Ellos son arrastrados por los sentidos desenfrenados hasta la región más oscura de la ignorancia, y así se dedican alocadamente a hacer lo que se llama masticar lo masticado."
TEXTO DOS
atyâhâraì prayâsaä ca
prajalpo niyamâgrahaì
jana-saôgaä ca laulyaê ca
ëaàbhir bhaktir vinaäyati
ati-âhârah-comer demasiado o acumular demasiado; prayâsah-esforzarse demasiado; ca-y; prajalpah-conversaciones frívolas; niyama-reglas y regulaciones; âgrahaì-demasiado apego por (o âgrahaì-demasiada negligencia con respecto; jana-saôgaì-asociarse con personas de mentalidad mundana; ca-y; laulyam-ardiente anhelo o codicia; ca-y; ëaàbhiì-mediante estos seis; bhaktiì- servicio devocional; vinaäyati- es destruido.
TRADUCCIÓN
Cuando alguien se enreda demasiado en las siguientes seis actividades, queda arruinado su servicio devocional: (l) Comer más de lo necesario o acumular más fondos de los requeridos; (2) esforzarse demasiado por cosas mundanas que son muy difíciles de obtener; (3) hablar innecesariamente sobre temas mundanos; (4) seguir las reglas y las regulaciones de las Escrituras únicamente por seguirlas y no para avanzar espiritualmente o rechazar las reglas y las regulaciones de las Escrituras y trabajar independiente o caprichosamente; (5) asociarse con personas de inclinaciones mundanas que no se interesan en cultivar conciencia de Kèëòa; y (6) codiciar logros mundanos.
SIGNIFICADO
La existencia humana tiene por objeto llevar una vida sencilla con pensamientos elevados. Ya que todos los seres vivientes condicionados están bajo el control de la tercera energía del Señor, este mundo material está concebido de tal forma que uno esté obligado a trabajar. La Suprema Personalidad de Dios posee tres energías o potencias primarias. La primera se llama antaraôga-äakti, o sea la potencia interna. La segunda se llama taùastha-äakti, o sea la potencia marginal. La tercera se llama bahiraôga-äakti, o sea la potencia externa. Las entidades vivientes constituyen la potencia marginal, y ellas están situadas entre las potencias interna y externa. Estando subordinadas como sirvientas eternas de la Suprema Personalidad de Dios, las jîvâtmâs, o sea las entidades vivientes atómicas, tienen que permanecer ya sea bajo el control de la potencia interna o el de la externa.
Cuando ellas están bajo el control de la potencia interna, exhiben su actividad natural y constitucional, a saber, dedicarse constantemente al servicio devocional del Señor.
En El Bhagavad-gîtâ (9.13) se afirma esto:
mahâtmânas tu mâê pârtha
daivîê prakètim âäritâì
bhajanty ananya-manaso
jñâtvâ bhûtâdim avyayam
"¡Oh, hijo de Pèthâ! Aquellos que no están alucinados, las grandes almas, están bajo la protección de la naturaleza divina. Ellos se dedican completamente al servicio devocional pues Me reconocen como la original e inagotable Suprema Personalidad de Dios."
La palabra mahâtmâ se refiere a aquellos que son comprensivos, sin una mentalidad tullida. Las personas de mentalidad tullida, siempre ocupadas en satisfacer sus sentidos, a veces extienden sus actividades para hacer el bien a otras personas mediante algún "ismo," tal como el nacionalismo, el humanitarismo o el altruismo. Puede que ellos rechacen la complacencia personal de sus sentidos a cambio de la complacencia de los sentidos de otros, tales como sus familiares, los miembros de su comunidad o de su sociedad ya sea nacional o internacional. En realidad, todo esto es una complacencia extendida de los sentidos, pasando de lo personal a lo comunal y a lo social. Desde el punto de vista material puede que todo esto sea muy bueno, pero tales actividades no tienen ningún valor espiritual. El fundamento de semejante actividad es la complacencia de los sentidos, ya sea personal o extendida. Sólo se puede llamar mahâtmâ o persona comprensiva, a aquel que complace los sentidos del Señor Supremo.
En el verso de El Bhagavad-gîtâ recién citado, las palabras daivîê prakètim se refieren al control que ejerce la potencia interna, o sea la potencia dadora de placer, de la Suprema Personalidad de Dios. Esta potencia dadora de placer se manifiesta como Ärîmatî Râdhârani o como la expansión de Ella, Lakëmî, la diosa de la fortuna. Cuando las almas individuales jîva están bajo el control de la energía interna, su única actividad es satisfacer a Kèëòa, o sea Viëòu. Esa es la posición del mahâtmâ. Si uno no es un mahâtmâ, entonces es un durâtmâ, o sea una persona de mentalidad tullida. Tales durâtmâs mentalmente tullidos son puestos bajo el control de la potencia externa del Señor, mahâmâyâ.
Todas las entidades vivientes dentro de este mundo material están en realidad bajo el control de mahâmâyâ, cuya tarea es someterlas a las tres clases de sufrimientos: adhidaivika kleäa (los sufrimientos que causan los semidioses, tales como las sequías, los sismos y las tormentas), adhibhautika-kleäa (los sufrimientos causados por otras entidades vivientes, tales como los insectos o los enemigos), y adhyatmika-kleäa (los sufrimientos causados por el cuerpo y la mente de uno, tales como las enfermedades físicas y mentales). Daiva-bhûtâtma-hetavaì: las almas condicionadas sufren diversas dificultades, al estar sujetas a estos tres sufrimientos debido al control de la energía externa.
El principal problema al que se enfrentan las almas condicionadas es la repetición del nacimiento, la vejez, las enfermedades y la muerte. En el mundo material uno tiene que trabajar para mantener juntos el cuerpo y el alma, pero, ¿cómo realizar ese trabajo de manera que favorezca la ejecución del proceso de conciencia de Kèëòa? Todo el mundo requiere posesiones tales como granos alimenticios, ropa, dinero y otras cosas necesarias para mantener el cuerpo, pero uno no debe acumular más de lo que necesite para satisfacer sus verdaderas necesidades básicas. Si se sigue este principio natural, no habrá ninguna dificultad para mantener el cuerpo.
Las entidades vivientes inferiores de la escala evolutiva, por arreglo de la naturaleza, no comen ni acumulan más de lo necesario. En consecuencia, en el reino animal generalmente no hay ningún problema económico ni escasez de los artículos de primera necesidad. Si se deja un saco de arroz en un lugar público, los pájaros vendrán a comer unos pocos granos y se irán. Sin embargo, el ser humano se llevará todo el saco. El se comerá todo lo que le quepa en el estómago, y luego tratará de guardar lo que sobre. Según las Escrituras, está prohibido este acto de acumular más de lo necesario (atyâhâra). El mundo entero está sufriendo ahora debido a eso.
El acumular y comer más de lo necesario también ocasiona prayâsa, o sea un esfuerzo innecesario. Por disposición de Dios, cualquier persona de cualquier parte del mundo puede vivir muy pacíficamente si tiene alguna tierra y una vaca lechera. El hombre no necesita trasladarse de un lugar a otro para ganarse la vida, ya que puede producir granos alimenticios localmente y obtener leche de las vacas. Con eso se pueden resolver todos los problemas económicos. Afortunadamente, el hombre ha recibido una inteligencia superior para cultivar conciencia de Kèëòa, o sea la compresión de Dios, su relación con él y la meta final de la vida: amor a Dios. Desafortunadamente, el supuesto hombre civilizado, sin darle importancia a la comprensión de Dios, utiliza la inteligencia para adquirir más de lo necesario y comer sólo para satisfacer la lengua. Por disposición de Dios, hay suficientes facilidades para producir leche y granos para los seres humanos de todo el mundo, pero en vez de usar su inteligencia superior para cultivar conciencia de Dios, los supuestos hombres inteligentes emplean mal su inteligencia produciendo muchas cosas innecesarias e indeseables. Por ello se abren fábricas, mataderos, burdeles y licoreras. Si se le aconseja a la gente que no acumule demasiados bienes, ni coma en exceso, ni trabaje innecesariamente para adquirir comodidades artificiales, ellos pensarán que se les está aconsejando regresar a una forma de vida primitiva. A la gente generalmente no le gusta adoptar la vida sencilla con pensamientos elevados. Así es su desafortunada situación.
El objetivo de la vida humana es comprender a Dios, y el ser humano recibe una inteligencia superior para lograrlo.
Los que creen que ésta inteligencia superior tiene por objetivo alcanzar un estado superior, deben seguir las instrucciones de las Escrituras védicas. Cuando alguien recibe esas instrucciones dadas por las autoridades superiores, puede situarse realmente en el estado donde hay conocimiento perfecto, y darle un verdadero significado a la vida.
En El Ärîmad-Bhâgavatam (l.2.9) Ärî Sûta Gosvâmî describe de esta manera el dharma humano correcto:
dharmasya hy âpavargyasya
nârtho 'rthâyopakalpate
nârthasya dharmaikântasya
kâmo lâbhâya hi smètaì
"Ciertamente que el propósito de todas las actividades ocupacionales (dharma) es alcanzar la liberación final. Nunca deben efectuarse éstas para obtener una ganancia material.
Además, aquel que está dedicado al servicio ocupacional más elevado (dharma), no debe utilizar nunca la ganancia material para cultivar la complacencia de los sentidos."
El primer paso de la civilización humana lo componen las actividades ocupacionales efectuadas según los mandatos de las Escrituras. La inteligencia superior del ser humano debe ser entrenada para que comprenda el dharma básico. En la sociedad humana existen diversos conceptos religiosos descritos como hindú, cristiano, hebreo, mahometano, budista, etc., ya que sin religión, la sociedad humana no es mejor que la sociedad animal.
Como se afirmó antes(dharmasyahy âpavargyasya nârtho rthâyopakalpate), la religión existe para alcanzar la emancipación, y no para conseguir pan. A veces la sociedad humana manufactura algún supuesto sistema de religión encaminado a lograr el progreso material, pero eso está lejos del objetivo del dharma verdadero. Religión significa comprender las leyes de Dios, ya que la ejecución correcta de estas leyes lo conduce a uno finalmente fuera del enredo material. Ese es el verdadero propósito de la religión.
Desafortunadamente la gente adopta la religión para prosperar materialmente, esto debido a atyâhâra, o sea un deseo excesivo por alcanzar esa prosperidad. Sin embargo, la verdadera religión educa a la gente para que esté satisfecha con lo indispensable en la vida mientras cultiva conciencia de Kèëòa. Aunque necesitamos el desarrollo económico, la verdadera religión lo permite únicamente para que provea lo más indispensable de la existencia material. Jîvasya tattva-jijñâsâ: el verdadero propósito de la vida es preguntar sobre la Verdad Absoluta. Si nuestro esfuerzo (prayâsa) no es para preguntar acerca de la Verdad Absoluta, únicamente incrementaremos el esfuerzo por satisfacer nuestras necesidades artificiales. El aspirante espiritual debe evitar el esfuerzo mundano.
Otro impedimento es prajalpa, el hablar innecesariamente. Cuando nos reunimos con algunos amigos, de inmediato comenzamos a hablar innecesariamente, lo cual suena igual a unos sapos que croan. Si tenemos que hablar, debemos hablar acerca del movimiento de conciencia de Kèëòa. Aquellos que no pertenecen al movimiento de conciencia de Kèëòa se interesan en leer montones de periódicos, revistas y novelas, en resolver crucigramas, y en hacer muchos otros disparates. De este modo la gente simplemente pierde su valioso tiempo y energía. Los ancianos de los países occidentales, retirados de la vida activa, juegan a los naipes, pescan, ven televisión y tienen debates sobre ideas socio-políticas inútiles. Todas estas actividades frívolas y otras más, están incluidas dentro de la categoría de prajalpa. Las personas inteligentes interesadas en desarrollar conciencia de Kèëòa, nunca deben participar en tales actividades.
El término jana-saôga se refiere a asociarse con personas que no están interesadas en desarrollar conciencia de Kèëòa. Uno debe evitar estrictamente semejante compañía. Por eso Ärîla Narottama dâsa Ùhâkura nos ha recomendado vivir sólo en compañía de los devotos conscientes de
Kèëòa (bhakta-sane vâsa). Uno siempre debe dedicarse a servir al Señor en compañía de los devotos del Señor. El asociarse con gente dedicada a un tipo similar de actividad es muy conducente a progresar en dicha actividad. En consecuencia, las personas materialistas forman diversas asociaciones y clubes para intensificar sus esfuerzos. Por ejemplo, en el mundo de los negocios encontramos instituciones tales como la bolsa de valores y la cámara de comercio. En forma similar, nosotros hemos establecido la Sociedad Internacional para la Conciencia de Kèëòa, para darle a la gente la oportunidad de asociarse con aquellos que no han olvidado a Kèëòa. Esta compañía espiritual que ofrece nuestro movimiento "ISKCON" está incrementando día a día. Mucha gente de diferentes partes del mundo está uniéndose a esta Sociedad, para despertar su conciencia de Kèëòa latente.
Ärîla Bhaktisiddhânta Sarasvatî Ùhâkura escribe en su comentario Anuvètti, que el esfuerzo excesivo hecho por los especuladores mentales o los filósofos áridos para adquirir conocimiento, cae dentro de la categoría de atyâhâra (acumular más de lo necesario). Según El Ärîmad-Bhâgavatam, es enteramente vano el esfuerzo que hacen los especuladores filosóficos al escribir muchísimos libros sobre filosofía árida carente de conciencia de Kèëòa. El trabajo de los karmîs que escriben muchísimos libros sobre el desarrollo económico, también cae dentro de la categoría de atyâhâra. Quedan también incluidos dentro del control de atyâhâra todos los que no tienen ningún deseo por desarrollar conciencia de Kèëòa, y que únicamente se interesan en poseer más y más cosas materiales, ya sea en la forma de conocimiento científico o de ganancia monetaria.
Los karmîs sólo trabajan para acumular más y más dinero para las generaciones futuras, debido a que desconocen su propia posición futura. Estando interesados únicamente en conseguir más y más dinero para sus hijos y nietos, dichos tontos ni siquiera saben cuál será su propia posición en la próxima vida. Hay muchos incidentes que ilustran este punto. Una vez un gran karmî acumuló una inmensa fortuna para sus hijos y nietos, pero más tarde, conforme a su karma, él nació en la casa de un zapatero situada cerca del edificio que había construido en su vida anterior para sus hijos. Sucedió que cuando ese mismo zapatero fue a su antigua casa, sus hijos y nietos pasados lo golpearon a zapatazos. A menos que los karmîs y los jñânîs se interesen en el proceso de conciencia de Kèëòa, solamente continuarán desperdiciando su vida en actividades infructuosas.
Se llama niyama-âgraha al hecho de adoptar algunas reglas y regulaciones de las Escrituras para derivar algún beneficio inmediato, tal como lo abogan los utilitarios; y se llama niyama-âgraha al hecho de no seguir las reglas y las regulaciones de las äâstras destinadas al desarrollo espiritual. La palabra âgraha significa "afán por adoptar," y agraha significa "no adoptar." Agregando cualquiera de estas dos palabras a la palabra niyama ("reglas y regulaciones"), se forma la palabra niyamâgraha. Así pues, el término niyamâgraha tiene un significado doble que se entiende conforme a la combinación particular de palabras. Los interesados en el proceso de conciencia de Kèëòa no deben ansiar adoptar reglas y regulaciones con la finalidad de mejorar económicamente; en vez de eso deben adoptar muy fielmente las reglas y regulaciones de las Escrituras para avanzar en el sendero de conciencia de Kèëòa. Ellos deben seguir estrictamente los principios regulativos evitando la vida sexual ilícita, comer carne, los juegos de azar y drogarse o embriagarse.
Uno debe evitar también asociarse con mâyâvâdîs, quienes solamente blasfeman en contra de los Vaiëòvas (devotos). Se clasifica como atyâhârîs a los bhukti-kâmîs, que se interesan en la felicidad material, a los mukti-kâmîs, que desean liberarse al fundirse en la existencia del Absoluto carente de forma(Brahman), y a los siddhi-kâmîs, que desean perfeccionar la práctica del yoga místico. No es conveniente en absoluto asociarse con tales personas.
Quedan incluidos dentro de la categoría de avaricia (laulya), los deseos de desarrollar la mente al perfeccionar mediante la práctica del yoga místico, al fundirse en la existencia del Brahman o al desarrollar una prosperidad material caprichosa. Todos los intentos por adquirir semejantes beneficios materiales o supuesto avance material son estorbos en el sendero de conciencia de Kèëòa.
La moderna guerra que libran los capitalistas y comunistas, se debe a que han eludido el consejo de Ärîla Rûpa Gosvâmî referente a atyâhârâ. Los capitalistas modernos acumulan más riqueza de la necesaria, y los comunistas, envidiando su propiedad, quieren nacionalizar todas las riquezas y propiedades. Desafortunadamente los comunistas no saben cómo resolver el problema de la riqueza y su distribución. En consecuencia no se soluciona nada cuando la riqueza de los capitalistas cae en manos de los comunistas.
En oposición a estas dos filosofías, la ideología consciente de Kèëòa afirma que toda la riqueza le pertenece a Kèëòa. Así que, no podrá solucionarse el problema económico de la humanidad, a menos que toda la riqueza pase a ser administrada por Kèëòa. No puede resolverse nada al poner la riqueza en manos de los comunistas o de los capitalistas. Si hay un billete de cien dólares tirado en la calle, puede que alguien lo recoja y lo guarde en su bolsillo, pero esa persona no es honesta. Puede que otro hombre vea el dinero y decida dejarlo ahí, pensando que no debe tocar la propiedad ajena.
Aunque este segundo hombre no se roba el dinero, ignora su uso correcto. El tercer hombre que ve el billete de cien dólares, puede que lo recoja, encuentre al hombre que lo ha perdido y se lo entregue. Este hombre no se roba el dinero para gastárselo, ni lo abandona permitiendo que se quede en la calle. Este hombre es tanto honesto como sabio al tomarlo y entregarlo a la persona que lo ha perdido.
El simple hecho de transferir la riqueza de los capitalistas a los comunistas no puede resolver el problema de la política moderna, pues se ha demostrado que cuando un comunista obtiene dinero, lo utiliza para complacer sus sentidos. La riqueza del mundo, en realidad, le pertenece a Kèëòa, y toda entidad viviente, hombre y animal, tiene derechos por nacimiento de usar la propiedad de Dios para su propia manutención. Cuando alguien toma más de lo necesario para mantenerse - ya sea él un capitalista o un comunista- se convierte en un ladrón, y como tal, está sujeto al castigo de las leyes de la naturaleza.
Se debe utilizar la riqueza del mundo para el bienestar de todas las entidades vivientes, ya que ése es el plan de la Madre Naturaleza. Todos tienen derecho de vivir usando la riqueza del Señor. Cuando la gente aprenda el arte de utilizar científicamente la propiedad del Señor, no usurpará más los derechos de los demás. Entonces se podrá formar una sociedad ideal. El primer mantra del Ärî Îäopaniëad enuncia el principio básico de dicha sociedad espiritual:
îäâvâsyam idaê sarvaê
yat kiñca jagatyâê jagat
tena tyaktena bhuñjîthâ
mâ gèdhaì kasya svid dhanam
"El Señor posee y controla todo lo animado e inanimado que hay en el universo. Por eso, uno debe aceptar solamente las cosas que necesita para sí mismo, las cuales están reservadas como su cuota, y no debe aceptar otras cosas, sabiendo bien a quien pertenecen."
Los devotos conscientes de Kèëòa saben muy bien que el Señor ha concebido este mundo material con una disposición perfecta, de manera que satisfaga todas las necesidades vitales de todos los seres vivientes, sin que unos tengan que inmiscuirse en las vidas de otros o usurpar sus derechos.
Esta disposición perfecta le provee a todo el mundo la cuota adecuada de riqueza conforme a sus verdaderas necesidades, para que todos puedan así vivir pacíficamente conforme al principio de "llevar una vida sencilla con pensamientos elevados." Los materialistas que desafortunadamente no tienen fe en el plan de Dios, y que tampoco aspiran a lograr un desarrollo espiritual superior, emplean mal la inteligencia que Dios les ha dado, sólo para acrecentar sus posesiones materiales. Ellos ingenian muchos sistemas -tales como el capitalismo y el comunismo materialista- para mejorar su posición material. Ellos no están interesados en las leyes de Dios, ni en una meta superior. Ansiando siempre satisfacer sus deseos ilimitados por complacer sus sentidos, ellos sobresalen por su habilidad para explotar a los otros seres vivientes.
Cuando la sociedad humana abandone estas faltas primarias que enumera Ärîla Rûpa Gosvâmî (atyâhârâ, etc.), cesará toda la enemistad que existe entre los hombres y los animales, los capitalistas y los comunistas, etc. Además, se resolverán todos los problemas debidos al desequilibrio y a la inestabilidad política y económica. Esta conciencia pura se despierta mediante la educación y prácticas espirituales adecuadas que ofrece científicamente el movimiento de conciencia de Kèëòa.
Este movimiento de conciencia de Kèëòa propone crear una sociedad espiritual que pueda traerle paz al mundo. Todo hombre inteligente debe purificar su conciencia y liberarse de los seis factores ya mencionados, que impiden la ejecución del servicio devocional, refugiándose de todo corazón en este movimiento de conciencia de Kèëòa.
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