Oración de Indra a Çré Räma
Viendo al Seïor Todopoderoso de Kosala sano y salvo, con Su hermano menor, Lakñmaëa, y la Hija de Janaka, Indra, el Seïor de los habitantes del cielo, admirando su belleza empezó a ensalzarle lleno de alegría:
“¡Gloria a Çré Räma, la belleza personificada, aquel que otorga paz a quien le suplica, armado con un excelente arco, flechas y carcaj, y poseedor de un fuerte y poderoso brazo, siempre triunfador! ¡Gloria al asesino de Dusana y Khara y exterminador de las huestes de demonios! Ahora que has acabado con esta miseria, mi Seïor, todos los dioses disfrutan de seguridad total. ¡Gloria al que aligera la carga de la Tierra, cuya grandeza es beneficiosa e ilimitada! ¡Gloria al Todo Misericordioso, Asesino de Rävaëa, que redujo a una deplorable condición al ejercito de los demonios! Impresionante era el orgullo de Rävaëa, Seïor de Lanka, que dominó incluso a dioses y Gandharvas, los músicos celestiales. De la misma forma persiguió despiadadamente a sabios, Siddhas, seres humanos, pájaros y Nagas. Se deleitaba hiriendo a otros y era perverso; el vil pecador ha recogido ahora el fruto de sus malas acciones. Ahora escucha Mi Seïor, poseedor de ojos tan grandes como lotos y compasivo con los humildes; mi orgullo era desmesurado; no encontré a nadie como yo, pero sin embargo al contemplar Tus pies de loto, mi orgullo, que tanto daïo causaba, me ha abandonado. Algunas personas meditan en Brahmä, aquel que no tiene atributos, el Absoluto, de quien los Vedas hablan como el ser inmanifestado. Sin embargo, lo que atrae a mi mente es la reencarnación Suprema de Çré Räma, Rey de Kosala. Te pido desde mi corazón que, al igual que a la Hija de Videha y a Tu hermano menor, Lakñmaëa, me bendigas con la devoción a Ti, reconociendome como Tu siervo, oh morada de Räma.
“Dame devoción a Tus pies, oh Çré Räma, disipador del miedo y de la tristeza del que te suplica. Yo te adoro, oh dichoso Çré Räma, Seïor de los Raghus, poseedor de la belleza de millares de Cupidos. Deleite de los habitantes del cielo, disipador de sentimientos contrarios, como la alegría y tristeza. Tú apareces en forma humana, posees una fuerza incomparable y mereces la adoración de Brahmä y Çaìkara. Yo me inclino a Ti, oh Çré Räma, ya que eres compasivo.
“Oh Misericordioso Seïor, pon tu benigna mirada en mí, y ordename lo que he de hacer.” Al escuchar estas palabras, Çré Räma, que se destaca por Su compasión hacia los humildes, se dirigió a el de esta forma:
“Escucha, Rey de los dioses: Nuestros monos y osos que murieron a manos de los demonios, yacen en la tierra. Han entregado sus vidas por servirme: por lo tanto, devuelveles a todos la vida, oh sabio Seïor de los seres inmortales. Escucha, oh Rey de los pájaros: continúa Kakabhusundi, las palabras del Seïor son profundamente misteriosas; sólo los sabios iluminados pueden entenderlas. El Seïor Mismo puede destruir a los habitantes de las tres esferas y devolverles la vida; El deseaba solamente rendir honor a Indra, y con una lluvia de nectar este devolvió la vida a los monos y osos. Todos se levantaron con gozo y se dirigieron hacia el Seïor. Aunque la lluvia de nectar cayó sobre los muertos de ambos ejercitos, sólo los osos y monos recobraron la vida, y no los demonios. Sus mentes estaban absortas pensando en Çré Räma al abandonar sus almas; y por ello fueron liberados de las ataduras de la existencia mundana. Los monos y osos eran manifestaciones de los dioses, todos inmortales: por esta razón y por el deseo de Çré Räma, Seïor de los Raghus, volvieron a la vida.”
¿Hay alguien tan bondadoso con los afligidos como Çré Räma, que liberó a toda la hueste de los demonios? Incluso el malvado Rävaëa, lleno de impurezas y dado a la sensualidad, llegó a un estado elevado que suele ser negado a los mayores sabios. Una vez terminada la Batalla entre el Seïor Çré Räma y el demonio Rävaëa, despues de la oración de Brahmä, el Rey de los dioses Indra, ora al Seïor de los Raghus con estas palabras.
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